Ignasi Grau | 16 de agosto de 2021
El poder es un motor en sí mismo, y, si bien es cierto que puede ser la entradilla a otras grandes ambiciones humanas, y que puede hacer posible la promesa warholiana de ser famoso durante 15 minutos, es mucho más que eso.
Entre los motores oscuros del ser humano a menudo ninguneamos la importancia del poder, y entendemos que este sólo puede ser interesante como antesala del dinero o el sexo. El poder tiene una capacidad de seducción increíble. Me contaron que una vez le formularon la siguiente pregunta a Adolfo Suárez: ¿Qué es para usted el poder? Tras un largo suspiro, el presidente contestó: «No lo sé, solo sé que me encanta». No sé si esta anécdota es cierta, pero lo que trasmite es veraz. Ojo, el poder, como el dinero y el sexo, puede emplearse para cosas buenas y orientarse hacia bienes superiores. Churchill o el propio Suárez dan buena muestra de ello. No obstante, como el dinero o el sexo, no es un terreno moralmente neutro.
El poder es un motor en sí mismo, y, si bien es cierto que puede ser la entradilla a otras grandes ambiciones humanas, y que puede hacer posible la promesa warholiana de ser famoso durante 15 minutos, es mucho más que eso. En España, si bien existe cierta reflexión sobre el tema del poder, esta es notoriamente escasa en relación a otros países de Europa. Y Esta es aún más escasa si nos centramos en los círculos conservadores, en contraposición a los círculos de izquierdas.
El complejo y variopinto mundo de la izquierda sí que ha reflexionado sobre el poder. Desde Gramsci, Foucault, Lenin o Laclau, no son pocos los pensadores que han analizado esta dimensión. La reflexión y la construcción teórica es imprescindible para revertir realidades sociales, puesto que no se puede implementar lo que no se ha pensado previamente. Por ello, una reflexión completa por parte de los movimientos conservadores requiere, en primer lugar, observar el poder como un elemento movilizador. En segundo lugar, resulta necesario una reflexión profunda que permita, no solo ocupar el poder, sino el ejercicio del poder. En tercer lugar, es imprescindible elaborar una construcción teórica del poder para poder pensarlo de forma ética, de forma que el poder esté al servicio de bienes superiores como el bien común, la belleza y la verdad.
Sánchez estaría dispuesto a pintar de negro la Moncloa si esto le garantizara una mayoría absoluta, Podemos ha exprimido sus 26 diputados importándole poco las próximas elecciones, pero avanzando con una agenda de transformación social difícilmente reversible
El papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, señalaba en relación con el poder que “el tiempo es superior al espacio”. Ciertamente, la lucha por parte de los movimientos conservadores ha sido ocupar el poder, más que ejercerlo. En efecto, frente al poder, hay dos luchas posibles enfoques, ejercerlo u ocuparlo. En el Gobierno español podemos observar los dos enfoques: mientras que, por un lado, Pedro Sánchez estaría dispuesto a pintar de negro la Moncloa si esto le garantizara una mayoría absoluta, Podemos ha exprimido sus 26 diputados importándole poco las próximas elecciones, pero avanzando con una agenda de transformación social difícilmente reversible. El espacio y el tiempo, el ejercicio y la ocupación del poder, en un mismo Gobierno.
En España – y en Occidente en general -, los movimientos liberal-conservadores reflexionan y gastan grandes dosis de energía sobre la ocupación del poder. No obstante, el tiempo y el ejercicio del poder no forman siempre parte de esta reflexión. El ejercicio del poder, y el foco en el tiempo, exigen de imaginación y un enfoque un poco más largo placista. No obstante, negarse a esta reflexión convierte la alternativa a la izquierda en un simple cambio de gestor, cuya principal aportación al debate es una eventual bajada de impuestos.
No es fácil. Pero, amigos, como decía el primer gran teórico del poder Maquiavelo «Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse».
El coordinador general del PP de Cataluña y autor de El Proceso español reconoce que «a los independentistas les interesa que Sánchez esté en el poder, porque mientras esté Sánchez no habrá un control sobre lo que estén haciendo en Cataluña.»
Con motivo de los debates universitarios organizados por el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, entrevistamos al ensayista Patrick J. Deneen, profesor de la Universidad de Notre Dame y autor del libro de referencia del pensamiento político «¿Por qué ha fracasado el liberalismo?»