Antonio Miguel Jiménez | 10 de enero de 2019
En «La invención de Jesús de Nazaret». Historia, ficción, historiografía, Fernando Bermejo presenta un profundo estudio de la figura del «Jesús histórico». Pese a ello, es difícil sostener todas sus conclusiones.
La invención de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, historiografía. El título no podría ser más fiel a las páginas que lo suceden, y es que Fernando Bermejo Rubio trata, en ese mismo orden, la historia, la ficción y la historiografía sobre Jesús de Nazaret, concluyendo que la idea general que hoy se tiene de él es una edición literaria de mano de los autores de los Evangelios, primero, y de las comunidades cristianas, después, y que poco tiene que ver el “Jesús histórico” con el “Jesús de la tradición”.
La invención de Jesús de Nazaret
Fernando Bermejo
Sigo XXI España
800 págs.
36€
Dicho esto, cabe señalar que nos encontramos ante una obra enmarcada en la crítica textual y filológica eminentemente, aunque aderezada con una buena dosis de ciencia histórica e historiográfica, habiendo una notable escasez de arqueología. El estudio llevado a cabo por Fernando Bermejo de la Biblia en general, y de los Evangelios y los primeros escritos cristianos en particular, es asombroso. A este respecto, señalar que es su especialidad, pues lleva muchos años trabajando los textos judeocristianos, habiendo traducido y comentado, por ejemplo, el llamado Evangelio de Judas (Ed. Sígueme, 2012).
Lástima que dicho estudio se reduzca básicamente a eso, a la crítica literaria y filológica, siendo el otro gran caballo de batalla las fuentes grecorromanas, destacando especialmente el autor judío filorromano Flavio Josefo. Mención aparte merece el manejo de la bibliografía sobre el tema por parte del autor, lo que hace que no extrañe que el volumen esté publicado en la editorial Siglo XXI, cuyos títulos suelen distinguirse por contar con aparatos críticos muy abundantes.
Dicho esto, ¿qué podemos comentar del libro en sí? En primer lugar, que su carácter se enmarca en la investigación. A algunos, especialmente a los historiadores y filólogos, les parecerá un muy buen libro, mientras que a otros, especialmente a los consumidores de best sellers, les parecerá un volumen considerablemente extenso y farragoso. En lo que a un servidor respecta, lo enmarco en el primer tipo, pues contiene explicaciones claras de las teorías que presenta el autor, independientemente del acuerdo o no con estas.
En segundo lugar, señalar la eterna disyuntiva respecto de los trabajos en torno al “Jesús histórico”: la subjetividad. La figura de Jesús de Nazaret no ha dejado rastro histórico (físico o escrito) y, por supuesto, en la ciencia histórica no son válidas las explicaciones relativas a hechos milagrosos o sobrenaturales, por lo que la reconstrucción de su figura histórica depende no solo de terceros, sino de la propia interpretación de dichos terceros desde las distintas ópticas de cada tiempo.
En este caso, la óptica utilizada por Fernando Bermejo para desentrañar la figura del “Jesús histórico” es la de la simplicidad y la plausibilidad contextual, a las que pretende llegar mediante los “patrones de recurrencia” y los “índices de dificultad”. La primera de estas dos herramientas hace referencia a la información que está tan arraigada en la tradición que es considerada como recogida por las fuentes (en este caso los Evangelios), no inventada por estas. La segunda herramienta hace referencia a los elementos discordantes, e incluso embarazosos, de los textos, que se consideran con más visos de verosimilitud ante la improbabilidad de su invención por las supuestas fuentes sesgadas y apologéticas (escritores de los Evangelios y comunidades cristianas).
Esta metodología, cuya validez es indiscutible, tiene la ventaja de aportar interesantes puntos de vista a las cuestiones a las que se aplica y, además, en este caso concreto aporta la visión de un investigador que asegura no pretender conseguir una obra apologética sobre Jesús (lo que, sin duda, consigue). Pero, al mismo tiempo, adolece de ser una metodología muy resbaladiza e igual de poco certera que las demás: al fin y al cabo, “lo muy plausible” es más probable que “lo poco plausible”, pero es igual de posible. Es decir, ciertamente es bastante plausible que Jesús tuviera una ideología política nacionalista y antirromana si se tiene en cuenta el contexto en que vivió, pero no es más posible que el que no la tuviera, pues no se puede achacar únicamente a la edición textual el que no se recojan testimonios sobre arengas antirromanas de Jesús, y todo cuanto se le pueda achacar como revolucionario antirromano sea su pretensión de ser el Mesías de Israel.
Esta es la principal conclusión del libro: que Jesús fue un predicador de rasgos escatológicos (es decir, que anunciaba el final de los tiempos) y cuyo carácter era esencialmente nacionalista y antirromano, cuyo arresto se debió a un supuesto golpe punitivo del poder romano y su muerte a los crímenes de sedición y pretensión regia.
Es muy interesante ver cómo el autor llega a estas conclusiones, sobre todo porque, siguiendo la misma metodología, el lector puede dar con conclusiones muy distintas. Por ejemplo: el autor asegura que Jesús no era un predicador del Reino de Dios vacío de ideario político, sino que en realidad tenía un programa marcadamente antirromano. Sin embargo, también afirma que en la edición de los textos evangélicos se atenúa o diluye la responsabilidad de los romanos en el prendimiento, juicio y crucifixión de Jesús, por razón de que las comunidades cristianas deseaban “limar asperezas” con el poder romano en torno a la década de los 70 d.C. (tras la destrucción del Segundo Templo por las tropas de Tito).
¿No es sumamente raro e incongruente que lo nuclear del supuesto mensaje de Jesús –en este caso, el nacionalismo y la posición antirromana, según el autor– se eliminara conscientemente para favorecer a quienes habían acabado con él, y quienes, para más inri (nunca mejor dicho), se divertirían echando a las fieras a sus seguidores?
Sin duda, La invención de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, historiografía es una obra que merece la pena ser leída y abordada con sana crítica y con no menos ganas de aprender.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.