Carlos Cuesta | 29 de abril de 2019
El PSOE gana las elecciones generales y conducirá al país a un parón ante la inminente crisis.
Las elecciones generales han dado la victoria al PSOE. Un PSOE que venía de abrir las puertas de la Constitución a los separatistas, que venía de negociar un desastroso proyecto de Presupuestos Generales del Estado con los presos de Lledoners, con Quim Torra, con el prófugo Carles Puigdemont y con el comunismo y populismo de Podemos.
Ya se ha escrutado el 98,54% de los votos en las Elecciones Generales del #28A.
?️ La participación, con este porcentaje escrutado, es del 75,77%
?️ Resultados provisionales del @Congreso_Es ?https://t.co/CX4TeHJY46
?️ Escrutinio del @Senadoesp ?https://t.co/W1T0shdNGb pic.twitter.com/qhV0Mhc7mC
— Ministerio Interior (@interiorgob) April 28, 2019
Un PSOE que venía de desoír las alertas de la llegada de una profunda crisis. Pero los españoles han ratificado a ese presidente y le han dado, además una gobernabilidad cómoda, porque podrá incluso mantenerse en Moncloa eligiendo con quién: de la mano de Podemos más Compromís más otros nacionalistas, o de la mano de Ciudadanos.
Y el problema de estas elecciones generales no es solo que el resultado consagra a quien ha sido capaz de sentarse en La Moncloa a costa de cualquier precio. Es que lo ha hecho rechazando una serie de planteamientos que reivindicaba el centro derecha y que son simplemente de pura lógica.
Porque se ha rechazado que las violaciones legales y los golpes de Estado tengan que ser castigados como lo que son -delitos de una gravedad extrema- y se ha consagrado la negociación con los delincuentes, dando la mayoría a quien hizo de esa práctica su bandera.
Se ha aceptado que un gobernante pueda apoyarse en un partido proetarra sin costes en unas elecciones generales
Porque en estas elecciones generales se ha rechazado que la ley tenga que ser igual para hombres y mujeres; para padres y madres. Porque los votos han arrinconado a quien defienden la verdadera igualdad y no la discriminación positiva llevada a su máxima expresión.
Porque se ha aceptado que un gobernante pueda apoyarse en un partido proetarra sin costes en unas elecciones generales.
Porque se ha confirmado que una parte muy importante de españoles prefieren seguir consumiendo los pocos fondos que le quedan a las pensiones y parchear ese sistema fiscal con un mayor saqueo fiscal a las familias, empresas y autónomos.
Y porque, en definitiva, España ha hablado y ha dicho que su forma de pensar es una que aboca a esta visión.
Pedro Sánchez, tras estas elecciones generales, puede elegir entre Ciudadanos y Podemos más una nueva amalgama.
Albert Rivera, por su parte, ha señalado ya que no tiene ninguna gana de pactar con Sánchez. Y tiene lógica. Se aproxima una crisis de fuerte calado y no es buen consejo acompañar a quien lleva una política económica desastrosa. “La mala noticia es que Sánchez e Iglesias [Pablo] van a formar Gobierno con los nacionalistas. Pero la buena noticia es que hay un proyecto ganador, que ha sacado un 80% más de escaños que hace tres años”, señaló Rivera desde el exterior de la sede de su partido en Madrid. “Haremos una oposición leal a la Constitución. Vamos a controlar a este Gobierno”, añadió.
Y Pablo Iglesias, por la suya, no ha tardado en señalar que, tras estas elecciones generales, “somos imprescindibles para que haya un Gobierno de izquierda”. Pero que eso tendrá consecuencias rupturistas: “España es plurinacional, basta con ver el resultado en Euskadi y Cataluña. […] Quien no lo haya entendido, no entiende España”.
Porque lo cierto es que la gobernabilidad de Sánchez será fácil -incluso por mayoría simple- para seguir sentado en el sillón de Moncloa. Pero no para abordar las necesarias y duras reformas antes de la crisis.
Si Rivera quiere seguir creciendo, se alejará de Sánchez. Si quiere seguir avanzando en el centro lo hará, para desmarcarse de Sánchez, su amistad con los nacionalistas y su entrada de cabeza en la crisis económica que llega.
Y eso supondrá un nuevo parón para España. Un parón de fuertes repercusiones económicas y políticas.
Porque ningún Gobierno puede ser bueno partiendo de quien no tiene problema en pisotear los principios más elementales.
Las mascotas entran en campaña y los políticos buscan votos entre las corrientes animalistas extremas.
Casado y Rivera difuminan la aureola presidencial de Sánchez y comienza una nueva campaña de tres días.