Justino Sinova | 30 de abril de 2019
Aleja un pacto para defender España, pero le facilita conquistar el liderazgo del centro derecha.
Si Albert Rivera no hubiera repetido tanto y tan solemnemente durante la campaña electoral que nunca negociaría con Pedro Sánchez para gobernar, hoy España podría contemplar la perspectiva de un Ejecutivo de centro izquierda (mediante un pacto PSOE-Ciudadanos) que cerrara las puertas a las arriesgadas aventuras que permiten unos resultados tan maleables como los del 28-A.
Pocas veces unas elecciones han ofrecido ocasiones tan opuestas para administrar los votos: el Partido Socialista puede componer un Ejecutivo moderado con Ciudadanos (123+57=180 escaños, cuatro por encima de la mayoría), o uno bien distinto, con la izquierda radical y extremista de Podemos junto con los enemigos de España que están siendo juzgados por rebelión (123+42+15=180). La distancia entre los dos Gobiernos es la que media entre el día y la noche.
Gracias a los 4.136.600 españoles que habéis convertido a Ciudadanos en un proyecto ganador y de futuro. Ahora con toda la fuerza que nos habéis dado vamos a liderar la oposición para controlar al gobierno Sánchez-Iglesias. Os vamos a defender, no os fallaremos. ¡Vamos! ????? pic.twitter.com/dG2JPT8LFk
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) April 29, 2019
La decisiva pregunta hoy es si Rivera será capaz de mantener su palabra bajo el aluvión de apelaciones que caerá sobre él para que rectifique. Ya en la campaña se aludió, más de lo que a él le gustaría, a otras ocasiones en que se retractó. Vive en el recuerdo aquella malicia cínica de Enrique Tierno Galván de que “las promesas electorales se hacen para no cumplirlas”. Pero los noes de Rivera fueron tan insistentes que Sánchez le respondió en un debate que él tampoco le pediría el pacto y en la noche del triunfo hasta recibió con sonrisas la consigna que coreaban sus fieles: “¡Con Rivera, no!”
La probabilidad hoy de un pacto PSOE-Ciudadanos es minúscula. Basta valorar que la decisión de Rivera no fue improvisada sino parte de su objetivo electoral y que el resultado avala su plan. Ha cerrado la puerta a un Gobierno con Sánchez, pero se la abre a un liderazgo del centro derecha, que según el 28-A tiene cerca de la mano. La estrategia equivocada para España de negarse a pactar un Gobierno se convierte en estrategia acertada para Cs en su intento de hacerse con la cabeza visible del sector moderado, incluido en él el Partido Popular de Pablo Casado.
La estrategia equivocada para España de negarse a pactar un Gobierno se convierte en estrategia acertada para Cs
Ciudadanos nació como partido antinacionalista en Cataluña, se definió como socialdemócrata cuando empezó a crecer, pero se ha titulado liberal cuando se ha hecho mayor. Hubo un tiempo en que soñó ser el competidor del PSOE para constituirse en el partido de la izquierda moderada. Al recomponerse el Partido Socialista tras la arriesgada moción de censura contra Mariano Rajoy y ante la sospecha de que el PP pudiera entrar en barrena por ello y por la competencia de VOX, fue virando hacia la posibilidad de un liderazgo de la derecha moderada.
Ahora ha logrado superar al PP por la mínima en Andalucía y por dos puntos largos en Madrid, ejemplos de cómo puede acosar al principal partido de la derecha, del que lo separaban 105 escaños y del que hoy está solo a siete. Le debe mucho a VOX, que ha facilitado su ascenso, como ha impulsado también el triunfo de Sánchez al romper a la derecha. Son datos que desmienten el error de Rivera, siempre que se trate de valorar solo el fruto cosechado por Ciudadanos. Otra cosa es el futuro de España y las posibilidades de protegerlo. Evidentemente son hoy para Cs dos objetivos excluyentes.
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