Luis Núñez Ladevéze | 06 de mayo de 2019
Sumar y no dividir. La respuesta ante quienes optan por el fatalismo tras los resultados electorales del PP.
Frente a la posible «desaparición del PP» que plantean voces como la de Alejo Vidal-Quadras en eldebatedehoy.es, Luis Núñez Ladevéze critica que no se opte por sumar esfuerzo para renovar un partido sólido de centroderecha.
No se cuáles han sido las inhibiciones de los decepcionados votantes del PP para buscar refugio en VOX, porque ignoro también qué ha llevado a un hombre valiente a acobardarse ante la tarea de enmendar desde dentro al partido en que creció intelectual y políticamente, como no sea poder medrar más fácilmente desde fuera.
Los disconformes con la política de Mariano Rajoy en Cataluña éramos muchos. También éramos muchos los que comprendimos que sanear un partido como el Popular, carcomido en zonas sensibles de su entramado por la corrupción, era un desafío inherente a la convicción inicial que llevó a compartir sus planteamientos y fines. Entre ellos, reunir a la derecha en un gran espacio que pudiera disputar a la izquierda la tarea de gobernar el país, porque no hay modo de defender los principios siguiendo estrategias que solo conducen al fracaso. Algunos han descubierto ahora un nuevo principio aritmético: 1+1+1=0-20, pues además cero han conseguido restar 20 a sus compañeros. No está mal para quienes aspiran al Premio Nobel de la política.
Ganar para la derecha un electorado que abarcara el centro y convirtiera a España en un ámbito de libre convivencia entre disidentes, esa era la tarea. Hay que repetirlo hogaño, porque hay que recordar que el nacimiento antaño del Partido Popular procede de una revisión del «techo» de AP, tras la estrepitosa demolición de UCD a manos de una derecha fratricida y dispersa por la arrogancia de aspirantes al liderazgo. Alianza Popular era incapaz de aunar en torno a sus siglas a un electorado suficiente para arrebatar el cetro del Gobierno a Felipe González. José María Aznar lo hizo con el lema de “sumar voluntades” después de Antonio Hernández Mancha, una derrota electoral, ganando por los pelos en la segunda, a pesar de que el Partido Socialista supuraba la corrupción por cada uno de sus poros, desde Navarra a la Guardia Civil, desde la Expo de Sevilla a la olimpiada de Barcelona.
Algunos han descubierto ahora un nuevo principio aritmético: 1+1+1=0-20, pues además cero han conseguido restar 20 a sus compañeros
Los que están prestos a aguantar hoy sin complejos la mirada de Aznar, porque aceptase la chantajista colaboración de Jordi Pujol, entonces poco palpable, no recuerdan que mientras se esforzaba para respaldar un Gobierno de centroderecha se ponía en duda su capacidad para formar su Gobierno. Los desinhibidos que aguantan hoy su mirada le reprochan la audacia de haberlo conseguido cuando era necesario para evitar una nueva convocatoria electoral.
Exhibir como motivo de disidencia que el Partido Popular fue acomplejado, para justificar el abandono de esforzarse para recuperar la iniciativa “sumando voluntades” en lugar de dividirlas, y haber pasado por el castigo de perder más de sesenta diputados tras un debate interno, no cooperar con un nuevo, renovado y joven liderazgo, se aproxima bastante a lo que en lenguaje corriente se llama traición al deber. Lo llaman valentía.
Habiendo mordido el pastel en Andalucía, se proponen aumentar la ración de 24 escaños conseguidos tras la derrota electoral del 28 de abril. Sumar o dividir, esta es la cuestión. No hay otra. Como cada uno ha de cargar con su responsabilidad, los dirigentes del PP dilapidaron en seis años un legado de confianza ciudadana que empezó a emponzoñar la corrupción tiempo atrás. Y transfirieron esa confianza a un joven impoluto para sobrellevar sin apenas ayuda un fardo cuyo peso aplastaría a cualquiera.
La ayuda vino en forma de cainismo. Ciudadanos se alimenta de la corrupción del PP y Santiago Abascal, de la intransigencia a sumar. La esforzada inteligencia de estos estrategas consistió en convencer al electorado de que, para asegurar el Senado frente al PSOE, lo indicado era marcar en las listas un senador por cada uno de los tres partidos constitucionalistas que se presentaban. Un modo cómodo, fácil, y avieso de conseguir pasar de ningún senador a cincuenta sin esfuerzo alguno, a cambio de que el PP y Ciudadanos cedieran los suyos. A esta envalentonada artimaña chantajista, encaminada a consolidar la fragmentación del voto constitucional, la llamaron mirada sin complejos. Esa mirada no consiguió ni un senador.
La espléndida estrategia ha desarbolado al PP, afianzado la fragmentación del electorado y consolidado la mordida de VOX en un techo destinado a ser el espantajo sedicentemente ultraderechista manejado por el socialismo para asegurar su supremacía. Con más inteligencia, y capacidad que el presidente de VOX, que alardea de más dotado para el uso de las armas que de las letras, Manuel Fraga nunca pudo romperlo, aunque le “cabía el Estado en la cabeza”, al decir de Felipe González, lo suficientemente taimado para adularlo cimentando el tejado de su rival.
Quienes jalean a Abascal han fracasado en la más importante tarea que debieron acometer en su vida política: contribuir a sanear al PP desde dentro
Esta es la prueba de valentía, sentido del Estado, generosidad patriótica de los caballeros del oportunismo. Quienes jalean a Abascal han fracasado en la más importante tarea que debieron acometer en su vida política: contribuir a sanear al PP desde dentro, en lugar de contribuir a fraccionar a la derecha desde fuera por un plato de lentejas.
Este va a ser el principal problema que habrá de acometer la derecha. Cómo impedir que, el ya renovado Partido Socialista se aproveche del voto inútil que les presta VOX, quién sabe durante cuánto tiempo. Su aparente arrogancia es la del pusilánime hambriento que se contenta con estar a la mesa comiendo de las migajas que le arrojan los vegetarianos a los perros.
Las cúpulas mediocres y oportunistas han condenado a la extinción al Partido Popular, que pronto será historia.
Una sangría de 6.5 millones de electores que engrosan las filas de Ciudadanos y VOX.