Ana Velasco Vidal-Abarca | 04 de junio de 2019
El PSOE debe dar un paso al frente y decir «no» al separatismo. De lo contrario, sería una traición y una indignidad.
La razón de ser del separatismo vasco es independizarse de España, la del terrorismo de ETA, también. Lo han intentado con denuedo desde el minuto uno de su existencia, complementándose a la perfección. Inolvidable el símil de “el árbol y las nueces” que empleó para explicarlo aquel malvado excura presidente del PNV. Fueron muchas las nueces, aún las siguen recogiendo. Una de ellas, una de las principales, es Navarra, todavía pendiente de caer del árbol.
Navarra ha sido y es una de las conquistas que los separatistas necesitan para culminar sus planes secesionistas. La infame negociación de José Luis Rodríguez Zapatero, tan infame como las anteriores, como cualquier negociación con asesinos, puso sobre la mesa Navarra, igual que ahora lo hace el partido político de ETA legalizado como parte de los pactos que se alcanzaron con los terroristas. Entonces se salvó, pero su autonomía sigue en riesgo, lo está siempre porque existe una disposición transitoria en la Constitución que contempla la anexión de Navarra al País Vasco, el anhelo de los separatistas, el anhelo de ETA.
El PSOE no puede apoyarse ni tan siquiera en la abstención de Bildu. Sería una indignidad, una inmoralidad, una indecencia, una traición
Estos días ha saltado la noticia de que el PSOE propuso a ETA un estatuto único para País Vasco y Navarra, una noticia que no es exactamente cierta. En un reportaje publicado por El País el 10 de junio de 2007, se explica con todo lujo de detalles la negociación iniciada el 21 de junio de 2005 en Suiza, teniendo como interlocutor al asesino recientemente detenido en Francia, el monstruo Josu Ternera. Entonces, como en cualquier negociación con asesinos, se corrompió el Estado de derecho y se cometieron ilegalidades flagrantes e ignominiosas, como sentarse de tú a tú con prófugos de la justicia, en lugar de instar a su detención y entrega a la Justicia española para ofrecerles concesiones al margen de la ley.
En ese reportaje se explican, asumiéndolas como algo positivo, las cesiones que estaba dispuesto a hacer el Gobierno y que después se hicieron realidad, la de la “paz por presos” que vapuleó el derecho a la justicia de las víctimas del terrorismo poniendo en marcha todo tipo de estrategias para excarcelar a los terroristas -la más vejatoria y terrible fue la derogación de la doctrina Parot, escudándose en una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos-; y la legalización de las marcas políticas de los terroristas que consumó el Tribunal Constitucional en contra del criterio del Tribunal Supremo.
Con respecto a Navarra, fueron los representantes de la ilegal Batasuna, entre otros, el ahora considerado “hombre de paz” Arnaldo Otegi, los que exigieron, en aquellas ilegales e indignas reuniones, aprobar un órgano común Navarra-País Vasco con capacidad legislativa que el PSOE, después de muchas dudas, no aceptó.
Los separatistas han urdido un plan para privarla de su identidad y lo han puesto en marcha de forma implacable. Y detrás de ese plan está ETA
Ahora están en juego el Gobierno de Navarra y la alcaldía de Pamplona, y el PSOE puede elegir entre permitir que gobierne la lista más votada, la que defiende la unidad de España y que Navarra mantenga sus instituciones y su autonomía, o gobernar la comunidad apoyándose en los separatistas que quieren anexionarla al País Vasco, a cambio de cederles la alcaldía. Poder o principios, entreguismo al PNV, a cambio de su apoyo a la investidura en el Congreso, o respeto a los navarros, a la Constitución y a la nación, esa es la cuestión.
Quizá en otras regiones de España no tenga mayor importancia que gobiernen unos u otros durante cuatro años. En Navarra tiene muchísima. Porque los separatistas han urdido un plan para privarla de su identidad y lo han puesto en marcha de forma implacable. Y detrás de ese plan está ETA, que es Bildu.
El PSOE no puede apoyarse ni tan siquiera en la abstención de ese partido. Sería una indignidad, una inmoralidad, una indecencia, una traición. Ya bastante lo es que esas siglas formen parte del tablero político a causa de esa sucia negociación que cambió la derrota de ETA por un final consensuado que ha mancillado al Estado de derecho. Ojalá los socialistas tengan grandeza de miras y sean capaces de anteponer el interés general de España a su afán de poder y contribuyan así a salvaguardar Navarra de las garras de los que le quieren robar su identidad foral y española.