Luis Núñez Ladevéze | 23 de julio de 2019
La única oportunidad que tiene Ciudadanos para sustituir al PP como referencia de la derecha es que Vox se incorpore a la tarea de fagocitar a los populares.
El Partido Popular tiene aún pendiente de superar el daño causado por Vox.
Francesc de Carreras: «Ciudadanos nunca sustituirá al PP como referencia de la derecha»
Conocí a Francesc de Carreras hace varios años tras invitarle a participar, por sugerencia de José Manuel Otero Novas, en un ciclo de seminarios sobre el nacionalismo catalán organizado por el Instituto de Estudios de la Democracia, que entonces dirigía en el CEU. Siempre me ha interesado su criterio, no ya porque coincidiera con sus ideas, sino por la perspectiva desinteresada, nacida del análisis reflexivo y del distanciamiento personal que adopta para exponer sus puntos de vista.
Vengo atendiendo a su testimonio desde su antigua vinculación al Foro Babel, primero, y al grupo gestor de Ciudadanos, un decenio después. He leído ahora con mucha atención la entrevista que David Vicente le ha hecho en eldebatedehoy.es. Francesc de Carreras es un intelectual de izquierdas que se ha resistido a ceder a los cantos de sirena del nacionalismo socialista. Si en algo tenemos plena coincidencia es en mi aspiración a presentarme como un intelectual de derechas que siempre ha huido de los cantos de sirena del nacionalismo españolista.
Desde esta perspectiva, que nos sitúa a derecha e izquierda de un horizonte constitucionalista común, comparto literalmente todos los comentarios de De Carreras sobre la situación política. Sus sugerencias sobre el interés de fraguar pactos para un Gobierno estable entre Ciudadanos y el Partido Socialista, o la eventual abstención del Partido Popular no “a cambio de nada” merecen ser tenidos en cuenta. Cimentar el constitucionalismo es la función de los partidos constitucionales, que en España cuajaron como un cuatripartidismo condicionado por los nacionalismos asimétricos.
No es que Ciudadanos ahora tenga reservada una función residual como partido bisagra, sino que nació para hacer regresar al PSOE al constitucionalismo que había abandonado por la desviación nacionalista del PSC. Ciudadanos llegó a tiempo para cumplir esa tarea, dando un salto a la política nacional que pudo haber sido más completo si Rosa Díez no se hubiera equivocado. Ahora ya está dentro del campo de juego, pero en un indefinible territorio de nadie, a merced de los intereses de un liderazgo enviscado en disputar a la derecha un espacio contra la razón inscrita en su origen, al concebirse como partido por hombres de izquierda, como Frances de Carreras, que querían disputar electoralmente a babor de guardia.
Lo que está manifestándose ahora en este juego procedente de la inflación de egos personalistas, nacidos de la crisis de los partidos constitucionales carcomidos por la corrupción y por sus devaneos con las desleales bisagras nacionalistas, es si el espacio político español, abocado a las mayorías absolutas para sortear la carcoma independentista, encontrará una zona de estabilidad constitucional. Lo razonable sería que Ciudadanos, ya afincado como partido de ámbito nacional, y nacido para enderezar la deriva contra natura del PSC en Cataluña, podría pactar, bien a la derecha o bien a la izquierda, situándose en un centro izquierda que ayudara al PSOE a expulsar a Podemos. Para eso había nacido Ciudadanos.
La fragmentación sobrevenida en el PP, obligado por la opinión pública a pagar la factura de la corrupción y de sus tibiezas, parece haber tentado a Albert Rivera a consolidar su posición a costa de ese debilitamiento ocasional. Posiblemente se equivoca. El Partido Popular está lo suficientemente arraigado como para considerar que su debilidad, como la del Partido Socialista, no tiene perspectiva de ser mejorada por advenedizos.
El fortalecimiento del sistema constitucional frente a los independentismos solo requiere como condición que los partidos constitucionales puedan gobernar en alternancia. Si en esa alternancia cabe Ciudadanos es algo que está aún por probar. El Partido Socialista parece haber superado la prueba de resistencia, pero no la de la egolatría personalista. El Partido Popular tiene aún pendiente de superar el daño causado por Vox, un partido estéril nacido del oportunismo inútil, cuya intransigencia retórica limita sus posibilidades, y cuyo patrioterismo sentimental desmiente sus pretensiones de representar un espacio constitucionalmente razonable.
Mientras se fraguan los pactos para consolidar Gobiernos en lo que coloquialmente suele calificarse de centroderecha, hay quienes comentan que la derecha manifiesta, frente a la izquierda, clara disposición para negociar y capacidad de pacto. Más bien lo que ocurre es que Vox hace, de la necesidad, virtud. Porque es artificial, Vox no puede disimular su debilidad. No tiene nada que ofrecer como no sean números fugaces. En la negociación, solo le queda mostrar su condición de partido comparsa. Si no pacta, queda expuesto a la desaparición. Y si pacta, expresa su vocación artificiosa en un escenario en que es más un ancla para los objetivos que señala en su propio ideario que un competidor con capacidad de negociación.
Ciudadanos nació para hacer regresar al PSOE al constitucionalismo que había abandonado por la desviación nacionalista del PSC
Si desde su nacimiento mostró su capacidad de dividir, cuando se trata de negociar es natural que carezca de funciones si lo que se propone es pactar para sumar. Si no pacta, queda en evidencia. Y si busca atenuar su debilidad, se ve forzado a pactar. En una posición dilemática, no hay más mérito negociador que el de ocultar los deméritos.
Francesc de Carreras dice a David Vicente que “Ciudadanos nunca sustituirá al PP como referencia de la derecha”. Apostillo por mi cuenta que la única oportunidad que tiene para hacerlo es que Vox se incorpore a la tarea de fagocitar al PP, tarea poco sensata si se tienen en cuenta los argumentos expuestos por Vox para saltar al terreno de juego. La derechita cobarde cedería el paso a una derechita agnóstica para la que el lenguaje de Vox, en lugar de ser escuchado, sería menospreciado como el propio de “una posición del nacionalismo español”, como dice De Carreras. Como todo nacionalismo patriotero, ultraderecha, de verdad.
Francisco José Contreras responde a las opiniones expresadas sobre Vox por Luis Núñez Ladevéze en EL DEBATE DE HOY.
Hay 26 capitales de provincia, una de ellas Madrid, y media docena de Gobiernos regionales en los que Ciudadanos tiene la última palabra.