Jorge del Corral | 20 de agosto de 2019
Estas patrullas ciudadanas actúan de manera anónima y se nutren de un buscador en las redes sociales para rastrear denuncias y publicarlas con todo detalle.
Entre 2016 y 2018, bajo el mandato de Colau, las infracciones penales aumentaron un 27%
Los hurtos representan el 58% de las infracciones y han aumentado más de un 8% en 2019
Las patrullas ciudadanas que han proliferado en Barcelona para hacer frente a la delincuencia urbana en sus múltiples variantes son una mala solución, aunque entendibles cuando el Estado ha hecho dejación de sus funciones y el Ayuntamiento ha estado «ocupado» cuatro años por agitadores y defensores de okupas, manteros y demás reala.
El cumplimiento de la ley, su aplicación implacable y el uso legítimo de la fuerza si fuera menester es deber exclusivo e inexcusable de todo Estado democrático y de Derecho. Pero, desgraciadamente, nada de esto ha ocurrido en Barcelona en los últimos tiempos por mor de su alcaldesa, Ada Colau, y de quienes rigen los destinos de la Generalitat catalana, entretenidos más en jugar al independentismo que en procurar el bienestar de los ciudadanos, sean del parecer que sean.
Por eso no es de extrañar que tras ese lapso de barra libre para ocupas, manteros, narcotraficantes, ladrones y delincuentes de poca o mucha monta, organizados en clanes y mafias de aquí y de allí, Barcelona luzca el cartel, injusto como toda generalización, de ciudad insegura y poco fiable. Pero ya sabemos que cuando el río suena, agua lleva.
Al menos es lo que dice el barómetro municipal: entre 2016 y 2018, bajo el mandato de Colau, las infracciones penales aumentaron un 27% y en el primer semestre de 2019 crecieron un 9%, hasta acumular 115.014. El grueso son hurtos, el último, el que sufrió el embajador de Afganistán este pasado 19 de agosto, y que representan el 58% y que subieron un 8,4% en los primeros seis meses con relación a igual periodo del 2018. Entre los más graves destacan siete homicidios, cifra superada en este segundo semestre, con ocho en mes y medio.
Ante todo esto, no debe sorprendernos que muchos ciudadanos, hartos de que el delincuente goce de protección y el vecino cumplidor de las leyes de desprotección, se hayan organizado en patrullas civiles y en las redes sociales para defenderse de las agresiones, detectar al malhechor y difundir robos, hurtos, delitos y peleas en la vía pública.
Es suficiente con tener voluntad política, no transigir con el delincuente, y hacer cumplir la Ley
Inspirada en Guardian Angels, organización nacida a mediados de 1980 en Los Ángeles (Estados Unidos) para combatir el crimen a pie de calle, «BCN Helpers» es su espejo barcelonés para difundir “en tiempo real” todo tipo de delitos y “colaborar” en la seguridad ciudadana, junto con Acció Raval, más antigua y centrada en la lucha contra los narcopisos: viviendas ocupadas ilegalmente en las que sus moradores se emplean en la venta indiscriminada de drogas.
Estas plataformas cuentan con la colaboración de vecinos que actúan de manera anónima y se nutren de un buscador en las redes sociales para rastrear denuncias y publicarlas con todo detalle. “Este sistema de colaboración –señalan en un comunicado-nos permite formar una inmensa red ciudadana con centenares de ojos puestos en todos los puntos calientes de la ciudad”.
Muchos ciudadanos, hartos de que el delincuente goce de protección y el vecino de desprotección, se han organizado para defenderse
Ningún experto en orden público y mucho menos si es miembro de un cuerpo público de seguridad aconseja estas prácticas basadas en tomarse la justicia por su mano para aplicar la vieja ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente.
Las rechazan por razones obvias y porque con ellas sus integrantes ponen en riesgo su integridad física y son una amenaza para los operativos policiales que tratan de combatir el crimen. “Pueden perjudicar investigaciones abiertas y lastrar la labor de los agentes que se dedican a combatir el delito in fraganti”.
Para hacer frente a la situación es suficiente con tener voluntad política, no transigir con el delincuente, hacer cumplir la Ley, utilizar la fuerza legítima del Estado cuando es preciso, modificar las leyes cuando sea menester, intervenir con medidas urbanísticas y sociales, y dejar trabajar a policía y jueces.
Tan sencillo como esto. Es lo que, al parecer, quiere el nuevo teniente de alcalde de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, hombre cabal y con experiencia en la materia adquirida como secretario de Prisiones y director general de Mossos. El último cuatrimestre de este año será su prueba de fuego porque es cuando convocará los Consejos de Prevención y Seguridad de todos los distritos de la ciudad, en la que vecinos, entidades y comercios expondrán sus problemas y peticiones. Seguro que son muchas y de sentido común, que es lo que faltó en el anterior consistorio podemita de Ada Colau.
Y como ocurre con la violencia de género, también tolerancia cero contra el transgresor, por mucha cara de bondad que tenga, y nada de buenismo. Palo y zanahoria, que es medicina tan antigua y eficaz como la civilitas.