Miguel Ángel Gozalo | 07 de septiembre de 2019
Las 370 medidas de Sánchez han sido el esfuerzo final de un presidente en funciones que aspira a la reelección. Un último intento por ganarse el afecto de Podemos.
Muchas de las medidas ya estaban presentes en el acuerdo de presupuestos con Podemos que tumbó el Congreso.
Sánchez ofrece a Iglesias cargos fuera del Consejo de Ministros.
En principio iban a ser 300 medidas las que, después de un mes de agosto errático, Pedro Sánchez iba a presentar urbi et orbi, aunque con destino preferente a Unidas Podemos, para convencer a Pablo Iglesias de la conveniencia de apoyar su investidura y no negarle tres veces, posibilidad que el sagaz ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, había insinuado, recordando a otro Pedro famoso. Pero fueron 370 por exigencias del guion, ya que había que incluir las más cercanas al grupo radical, de acuerdo con la vieja receta de El padrino: «Le hicimos una oferta que no pudo rechazar».
Antes de que acabe este mes España puede abrir paso a un periodo de limpieza política, convivencia y avances sociales. Está a nuestro alcance. Apostemos por la esperanza.
Nuestra propuesta de #ProgramaComúnProgresista:https://t.co/kROx8Ib4l0 pic.twitter.com/GJHZpKDdrE
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) September 3, 2019
¿Habrá sido suficiente la añagaza de tantas medidas que «suenan bien» en los oídos podemitas (Iglesias dixit) para avanzar hacia la definitiva investidura? En este momento de incertidumbre generalizada (Europa y el brexit, Boris Johnson y el Reino Unido, Donald Trump y China, Argentina y el peronismo), el acertijo de lo que pueda pasar en España no es menor. Por cierto, ¿saben ustedes cuántas medidas han consensuado en Italia, entre el partido Cinco Estrellas y el Partido Democrático, para conseguir el acuerdo que libra a los italianos (y, por extensión, a Europa y al Mediterráneo) de Matteo Salvini? Veintisiete. Con eso no tiene Sánchez ni para el aperitivo.
Pedro Sánchez ha demostrado una vez más que, además de un sorprendente estratega, es corredor de fondo. Más aún: un atleta de los que se dedican a esa prueba para locos que es el triatlón, especialidad en la que brillan algunos españoles. Ya saben en qué consiste: primero hay que nadar 1.500 metros como lo hacía Johnny Weissmüller en las primeras películas de Tarzán; después, subirse a una bici para correr 40 kilómetros en plan Miguel Induráin; y, como postre, cuando, con toda lógica, cualquier mortal tendría que entregarse, desfallecido, al Samur o socorro equivalente, empezar a correr como si a uno lo persiguieran los guardias, nada menos que 10 kilómetros.
Las 370 medidas de Sánchez han sido recibidas por la opinión pública como un plato recalentado
Las 370 medidas de Sánchez han sido el esfuerzo final de un presidente en funciones que aspira a la reelección. No es de extrañar que en los periódicos lo hayan sacado sudoroso bajo los focos de la Estación de Chamartín, mientras sus fervorosos ministros, seguidores y miembros de la llamada sociedad civil premiaban su hazaña. Venía de nadar sin inmutarse entre la contaminante porquería que se acumula a su alrededor, de escapar en bici del Parlamento y las sesiones de control y de correr olímpicamente hacia la meta, donde, expectante, lo aguardaba Pablo Iglesias.
Las medidas, por otra parte, han sido recibidas por la opinión pública como un plato recalentado. Muchas ya estaban en los acuerdos precocinados entre el PSOE y Unidas Podemos cuando firmaron unos presupuestos que finalmente, por culpa de los independentistas catalanes, no salieron adelante. ¡Ah, los independentistas! Gente correosa e infatigable.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, en mitad del barullo, con la Diada reivindicativa y su lema desafiante (Volveremos) en marcha, viene a Madrid a un desayuno informativo a colocar su bandera. Aunque Sánchez ha tenido la precaución de incluir entre las medidas que no se celebrará un referéndum, lo que algunos han visto como una forma de poner más dificultades a la investidura y confirmar que, en el fondo, al presidente en funciones lo que le apetece es ir a nuevas elecciones.
Las 370 medidas de Sánchez abarcan casi todo, como es natural, del diésel a las pensiones, de las viviendas al medio ambiente. Lo que más se ha destacado es que Sánchez ofrece a Iglesias cargos fuera del Consejo de Ministros y garantías de que los pactos se van a cumplir, bajo la atenta mirada de… la ministra de Hacienda. El periódico económico Expansión lo resume tajante: «Hachazo fiscal y gasto disparado».
Las 370 medidas de Sánchez, tituladas «Propuesta abierta de un programa común progresista«, se resumen en una sola: yo. Yo, Sánchez. Yo sigo. Yo, si no te importa, puedo contar contigo, Pablo, aunque no en el Consejo de Ministros. ¿No te suena bien la música? Como letra sirve la de una vieja canción de Raphael, con el yo como reiterado pronombre encabezando cada estrofa. «Como yo te amo, convéncete, nadie te amará».
Y es que, aunque Pedro y Pablo parezcan irreconciliables adversarios, se necesitan. ¿Dejarán las pistolas a la puerta del salón e irán de la mano a la investidura? Iglesias tiene la palabra. Una de sus estrechas colaboradoras, Yolanda Díaz, diputada de UP Galicia, ha dicho: «Sería bueno que Sánchez nos tratara mejor e incluso que nos intentara seducir».
Asegurar la convivencia es más importante hoy que empeñarse en mantener ideales sublimes que no encontrarán oportunidad para aplicarse. Puede que no sea posible, pero es deseable.
La última oferta de Pablo Iglesias al PSOE lleva implícita una subida de impuestos que pondría en riesgo la estabilidad económica española.