Jorge del Corral | 21 de octubre de 2019
Rosa María Mateo anuncia que la televisión publica deja de calificar a Vox como partido de «extrema derecha» porque ya no hace falta.
Gracias a Rosa Maria Mateo Isasi, administradora única provisional (ad Aeternum) de RTVE (AUPadA), hemos sabido que la corporación pública definía a Vox como partido de extrema derecha cuando este nació y mientras empezaba a darse a conocer entre el respetable, pero que una vez acreditado ha decidido prescindir de dicho adjetivo calificativo porque la formación de Santiago Abascal ya es sobradamente popular y no requiere de tal coletilla.
En su escrito al Congreso de los Diputados, en respuesta a una pregunta del diputado de Vox Manuel Mariscal, la señora Mateo ha señalado que “los profesionales de RTVE tienen el deber de ofrecer a los ciudadanos una información rigurosa, neutral, imparcial, plural e independiente” y que “el criterio de los informativos de RTVE es evitar calificaciones sobre los partidos políticos, salvo que el contexto obligue a situarlos en una corriente determinada”. En este punto Mateo ha explicado que “solo cuando un partido político es una formación desconocida para la audiencia en general, hay que situarla en un espacio determinado del espectro político. Una vez que ese partido político es sobradamente conocido por la audiencia, sobran las etiquetas”. Por esto, tal y como explicaba al quisquilloso y puñetero diputado, “a día de hoy, Vox es un partido político suficientemente conocido como para no tener que etiquetarlo siempre”.
Este criterio no se siguió cuando nació Unidos Podemos, según certifican quienes han tenido la santa paciencia de visionar las miles de horas de imágenes y audios que generosamente dedicó RTVE a la formación de Pablo Iglesias Turrión y sus compañeros mártires sacrificados por «el coletas» en el altar del poder absoluto: Íñigo Errejón, Luis Alegre, Carolina Bescansa y Tania Sánchez. La explicación a tal descuido, dicen los que saben, está en que por entonces la administradora única provisional ad Aeternum (AUPadA) no había tenido la genial idea de fundar la Agencia de Calificaciones y Certificaciones (ACC ¡Ojo!, no confundir con la Academia de Corte y Confección, que lleva el mismo acróstico), adelantándose a la Fundación del Español Urgente, que está que trina por su falta de ocurrencia en la materia y por cuyo descuido rodarán cabezas.
Una vez puesta en marcha, el trabajo de la ACC ha empezado con Vox porque Unidos (as) Podemos era anterior al nacimiento de la ACC y, en consecuencia, no se le pudo calificar de extrema izquierda mientras los oyentes y espectadores se familiarizaban con el nombre, ni suprimir el inexistente calificativo cuando el partido era ya un miembro entrañable y popular entre la audiencia de Radio Nacional de España y TVE porque lo que no existe no coexiste. Hubiera sido como pedir peras al olmo o, mejor dicho: como retroceder en el tiempo. Y esto último solo lo puede hacer RTVE en su serie de ficción El Ministerio del Tiempo, nunca en los informativos y programas de opinión, que son reales y veraces, aunque algunas veces parezcan un cuento.
Hasta hace un tiempo ya largo, los periodistas sabían que no se podía mezclar información con opinión, y mucho menos y bajo pena de excomunión (inhabilitación de la profesión) hacer publicidad de una marca comercial. Ahora; es decir, en los tiempos actuales, en que todo es opinión (la calificación lo es), declaración y publicidad (periodismo opinativo, periodismo declarativo y periodismo publicitario), poco o casi nada es información. Es puro marketing en tiempos confusos, difíciles de entender y, consecuentemente, muy difíciles de explicar a la sociedad líquida que definió Zygmunt Bauman.
En esta sociedad administrada hasta la náusea se echaba en falta la ACC, pero gracias a la magnanimidad y desvelos de RTVE, ya la tenemos entre nosotros y debemos celebrarlo con el mismo entusiasmo que los independentistas catalanes han celebrado la sentencia del Tribunal Supremo a sus políticos golpistas. Ahora, ya lo saben, cada vez que nazca un nuevo partido consulten primero a la ACC, después le anteponen al nombre el adjetivo calificativo que les parezca más adecuado, y cuando el organismo calificador les certifique que pueden retirar el antetítulo porque la marca es más conocida que ZARA, lo suprimen y añaden el sello de certificación con el mismo orgullo que las empresas exhiben los timbres de calidad AENOR, ISO y demás emblemas que obtienen por procesos industriales y productos acabados. Es lo que procede.
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