Pablo Casado Muriel | 28 de febrero de 2020
Los primeros movimientos de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo muestran su interés por reabrir los caminos políticos que inició el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a la primera línea de la información política. Después de unos años en los que tan solo sabíamos del expresidente por sus intentos de mediación en Venezuela, en los últimos meses contemplamos el resurgir y la puesta en valor de su figura y de su etapa al frente del Ejecutivo. Coincide esta reaparición de Zapatero con los primeros pasos de la presidencia de Pedro Sánchez, quien parece decidido a retomar las políticas que se vieron frenadas por la crisis económica y el adelanto electoral que desembocaría en la mayoría absoluta de Mariano Rajoy.
Son muchos los puntos en común que podemos encontrar entre Zapatero, Sánchez y sus políticas. El primero de ellos es su sorpresivo ascenso a la Secretaría General del PSOE. Como recuerda el historiador Javier Arjona, si la victoria de “un desconocido político leonés” frente a José Bono en las primarias socialistas del año 2000 ya fue algo inesperado, lo mismo puede decirse de aquel madrileño que sucedía a Alfredo Pérez Rubalcaba, dimitía dos años después y “resurgía como el ave fénix en 2017, al presentarse y ganar unas primarias en las que derrotaba a Susana Díaz y a Patxi López”.
Más allá de coincidencias personales, en el terreno de la política es fácil comprobar el retorno de los postulados marcados por Rodríguez Zapatero. Todavía como presidente en funciones, Pedro Sánchez apostó por la memoria histórica como primer caballo de batalla. Si en 2007 se consiguió sacar adelante una ley considerada por muchos como “revanchista”, fue a finales de 2019 cuando el actual líder socialista lograba la histórica imagen del cadáver de Francisco Franco saliendo del Valle de los Caídos.
Escenografía al margen, el PSOE ya se plantea una reforma del Código Penal que castigue cualquier apología del franquismo y que, como explicaba el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo Alfonso Bullón de Mendoza, en un artículo publicado hace algunos meses, puede castigar a un profesor “que explique las razones de los alzados para sublevarse” o “se atreva a decir que en la época de Franco hubo en España un gran desarrollo económico y social”.
Durante la presidencia de Rodríguez Zapatero, nació el Ministerio de Igualdad, aparecieron las primeras cuotas que daban paso a los Ejecutivos paritarios y el feminismo se convertía en un recurso ideológico fundamental en el nuevo socialismo. Una tendencia que lleva a la actual vicepresidenta, Carmen Calvo, a asegurar: «El feminismo es de todas, no bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista”.
El debate por la vida se centró en la etapa de Zapatero en la reforma de la ley del aborto y su aprobación en 2010. Una década después, el foco se pone en la eutanasia y el “derecho a una muerte digna”. Para Elio Gallego, profesor de Teoría y Filosofía Política y del Derecho en la Universidad CEU San Pablo, la nueva izquierda opta por la “deletérea ideología de los nuevos derechos” y centra ahí sus “formas más extremas de deconstrucción de lo humano”. Considera que se reabre en España una “lucha por la supervivencia” en la que solo queda “optar por una cultura de la vida o rendirse definitivamente a una cultura de la muerte”.
“Los hijos no pertenecen a los padres”. Esa era prácticamente la carta de presentación de la ministra de Educación de Pedro Sánchez, una vez prometido el cargo. Isabel Celaá respondía así a la polémica por el pin parental que ha entrado en vigor en Murcia y con el que se quiere otorgar más poder de elección a los padres respecto a los contenidos morales, sexuales o de conciencia que reciben sus hijos en el colegio.
Explica Diego Vigil de Quiñones, doctor en Derecho y miembro de Qveremos, que, si durante los años de Zapatero se inició “un proyecto agresivo de ley educativa que sacó a un millón de personas a la calle en contra y dio lugar a los primeros casos de objeción de conciencia frente a una asignatura”, la famosa LOE y su Educación para la Ciudadanía, el objetivo de Sánchez se sitúa ahora en “las actividades complementarias de carácter ideológico que se van generalizando en los centros”.
La Religión sigue siendo un objetivo prioritario. El acuerdo de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos pretende transformar esta materia “en voluntaria y sin valor académico; buscando convertirla en una asignatura sin valor, inútil a los ojos de los estudiantes”, señala Luis Zayas, consultor y editor de Mi querida España.
Otra frase célebre de la ministra Celaá fue aquella en la que aseguraba que “de ninguna manera puede decirse que el derecho de los padres a escoger una enseñanza religiosa o a elegir centro educativo podrían ser parte de la libertad de enseñanza”. Aunque Vigil considera que es difícil pensar en un ataque serio a la educación concertada durante la legislatura, Zayas cree que sí estará en el punto de mira, al ser la única que “escapa algo al control de la Administración educativa” y donde “todavía en la educación concertada es posible la existencia de colegios con ideario propio”.
En junio de 2006, los catalanes refrendaban en referéndum (este sí fue legal) el nuevo Estatuto autonómico. En aquel texto se hablaba de la “nacionalidad” de Cataluña. Fueron largas las negociaciones entre el Gobierno de Zapatero y Artur Mas, entonces líder de CiU, hasta que se aceptó esa definición en el preámbulo del nuevo Estatut que se votaba en el Congreso de los Diputados.
El nacionalismo catalán todavía no había virado hacia el independentismo radical que es ahora, se imponía en la batalla lingüística que tanta importancia tiene. Algo similar hemos presenciado en los últimos tiempos con la consolidación de la definición de “conflicto político” del intento de ruptura llevado a cabo por la Generalitat y que terminó con varios de sus líderes en prisión o fugados. Para el politólogo Juan Milian, “Sánchez repite los errores de Zapatero con un agravante: ahora sabemos a dónde conduce todo esto”.
El mandato de Zapatero coincidió en el tiempo con el tripartito catalán, un Gobierno regional formado por el PSC, Esquerra Republicana y los miembros de Iniciativa Per Catalunya y Esquerra Unida i Alternativa. Considera Milián que aquel Gobierno fue imprescindible para “la radicalización separatista”, ya que entonces se dio “el control de la propaganda a Esquerra”. Los últimos movimientos políticos de Pedro Sánchez y Miquel Iceta “están preparando el terreno a un nuevo tripartito” que sustituya a Quim Torra al frente de la Generalitat.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que lidiar con el estallido de la Gran Recesión de 2008. El modelo económico español dijo «basta» en un contexto catastrófico y desde Moncloa se afanaban en negar la tormenta que se avecinaba.
Las circunstancias actuales no son las mismas y, aunque España se encamina hacia la desaceleración económica, Manuel Llamas, redactor jefe de Economía de Libertad Digital y Libre Mercado, recuerda que las familias ya no están “hiperendeudadas”, como ocurría hace 10 años. Eso sí, advierte del peligro que supone que el sector público mantenga una deuda próxima al 100% del PIB nacional, un “factor de vulnerabilidad en caso de que se produzca una nueva tormenta financiera a nivel internacional”.
Llamas sintetiza las grandes medidas económicas de Sánchez hasta la fecha, basadas en “el sustancial aumento del gasto público y la irresponsable revalorización de pensiones y sueldos públicos”, acompañadas de “la pretensión de disparar los impuestos y la puesta en marcha de medidas intervencionistas”.
Considera que, ante tales circunstancias, puede decirse que “el PSOE no ha aprendido la amarga lección que dejó tras de sí la crisis. Imponer más gasto, impuestos y rigidez económica es la receta idónea para, primero, el estancamiento y, después, en caso de nuevas turbulencias financieras, la entrada en una nueva crisis económica”.
Memoria histórica, defensa de la vida, libertad de educación, riesgos económicos… los debates que tuvo que afrontar José Luis Rodríguez Zapatero los afronta ahora Pedro Sánchez. El retorno del expresidente ha estado acompañado de un proceso de olvido y ostracismo hacia otros referentes del socialismo. ¿Qué fue de Felipe González? No parece haber nada de felipismo en el sanchismo y, para Javier Arjona, eso empobrece el diálogo interno dentro de un partido en el que sería bueno “poner freno a la opinión única que marca la Secretaría General”.