Juan Milián Querol | 08 de abril de 2020
El PSOE recurre a un hilo en Twitter para hacer ver que el 8M no fue el causante de la propagación del virus. Con él, no solo intentan deslegitimar la labor de la oposición, sino reforzar la excusa del “no se podía saber”.
Parece un auténtico disparate. Usan cuentas falsas para atacar a la oposición y periodistas falsos para defender sus tesis. Hacen lo contrario de lo que prometen hacer y acaban manchando a quienes dicen defender. Chapotean en arenas movedizas y pretenden arrastrar al resto al fondo de su miseria. Eran casi las seis de la tarde del pasado 30 de marzo cuando la cuenta oficial del PSOE en Twitter iniciaba un hilo de tuits que sintetiza perfectamente la estrategia comunicativa del partido del Gobierno, y también la talla moral del sanchismo.
Empecemos por el final, cuando nos exhortan a “estar a la altura de la ejemplaridad de nuestra sociedad. De la templanza, de la altura de miras (…) sin perder un minuto en cortoplacismos electorales”. Aquí adjuntan un vídeo en el que Pedro Sánchez afirma que “el deber es mantener la unidad” y que “si alguien polemiza, nosotros conciliaremos”. Veamos desde el inicio, pues, el resto de este hilo del PSOE y contemplemos la ejemplaridad de la conciliación.
En el primer tuit, aseguran que “la ultraderecha y la derecha” difunden que “la culpa la tienen las feminazis”. Así pues, el PSOE empieza poniendo en el disparadero al feminismo. Es una técnica de distracción y de elusión de responsabilidades, ya que, en realidad, las críticas por favorecer la propagación del coronavirus se han dirigido masivamente al Gobierno, entre otras razones, por obviar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea y, no solo permitir, sino alentar las multitudinarias manifestaciones cuando la muerte ya rondaba por las calles. De hecho, el único ejemplo de “ataque al movimiento feminista” que reproduce este hilo es un tuit de una cuenta no oficial o falsa -@voxurdiales-.
De todos modos, nos prometen que van a demostrar por qué “las manifestaciones feministas del 8M no fueron las culpables de la extensión de la pandemia” y el argumento esgrimido es que “el cambio tuvo lugar la noche del domingo”, de aquel preciso domingo. No un día antes, ni un día después, sino la noche del 8 de marzo. Ya. A este tuit le sigue uno que ha sido borrado y, tras él, otro algo voluntarista que asegura que “ya hemos comprobado cómo evolucionan los contagios y qué pasó del domingo 8 al lunes 9 de marzo”.
No se ha comprobado nada, pero quizá la clave estaba en el tuit borrado. Y, oh sorpresa, resulta que era un enlace al artículo del archifamoso e inexistente periodista Miguel Lacambra, una nueva versión de Amy Martin, creada para propagar el argumentario del Gobierno y promocionada por sus medios afines. Es decir, el PSOE usa como única fuente de autoridad a un periodista fake y lo hace cuando ya todo Twitter sabía que era un personaje falso. A por el bote, oé.
A partir de aquí, y en aras de la hasta ahora inapreciable conciliación, vienen toda una serie de tuits que enumeran potenciales fuentes de contagio durante el 8 de marzo: la gente en el metro (y se resalta que la competencia es de la Comunidad de Madrid), “teatros, y cines, y museos, y centros comerciales, y bares”, el partido Betis-Real Madrid, el mitin de VOX en Vistalegre, el Salón Internacional del Estudiante y de la Oferta Educativa… Es decir, pretenden esparcir las culpas, sin embargo, cada uno de estos tuits es un ataque directo al Gobierno, ya que nos recuerda todo lo que este permitió el día antes de admitir, públicamente, la gravedad de la situación.
No, los responsables no eran las feministas, como no lo eran los usuarios del metro, ni los bares, ni el Betis. Los negligentes fueron quienes, acumulando información y advertencias, decidieron mirar hacia otro lado. Fue un Gobierno que alentó y acudió a la manifestación, eso sí, con guantes y avisando de que no se besara a las ministras. Y, con todo, se contagiaron.
Antes de concluir el hilo, el PSOE saca también a pasear al “Capitán A posteriori”, con el que no solo intentan deslegitimar la labor de la oposición, sino reforzar la excusa del “no se podía saber”. Un día plagian a Kennedy; otro, usan a un personaje de South Park. Esa es la consistencia intelectual de quienes nos gobiernan. “No lo sabía nadie”, nos dicen en otro tuit. Bueno, los que escribieron y mandaron las pautas “para evitar desplazamientos, reuniones presenciales o saludos físicos”, y que circularon por los ministerios a partir del 3 del marzo, algo sabrían, aunque solo fuera por haber leído la portada de El País del 25 de febrero: «La OMS pide al mundo que se prepare para una pandemia”. Y es que hubo capitanes a priori, pero fueron ignorados, o silenciados, por los generales neglĭgens.
El hilo produjo hilaridad. Cientos de tuiteros vieron una chapuza comunicativa: se exigía unidad mientras se atacaba a todo el mundo, se usaban fuentes falsas y se presentaban falsas excusas. Sin embargo, es más clara la inmoralidad que la ineficacia de la comunicación socialista: tapan mentiras con otras mentiras y generan confusión entre los incautos. No hay coherencia, ni solidez, pero poco parece importarles. El sobreactuado tono victimista de Sánchez se compagina con el matonismo de algunos de sus portavoces, como el de su diputado José Zaragoza. En plena pandemia siguen con su relato de emergencia antifranquista. Piden unidad, pero no escuchan. Piden unos nuevos Pactos de La Moncloa, pero son incapaces de mirar a la cara al que les tiende la mano.
Han perdido el hilo de la dignidad, y no solo por sus tuits. Sánchez dice que, cuando esto acabe, “entonces me defenderé”, aunque lo más probable es que, simplemente, multiplique sus ataques y desprecios. No hay defensa para lo indefendible, por lo que seguirán apostando por las bajas pasiones y la mala memoria. Sin embargo, la experiencia actualmente vivida por los españoles es tremendamente diferente a las consignas del Gobierno. El consultor político, y exasesor de Bill Clinton, Paul Begala suele decir que “el problema del Titanic era el iceberg, no la comunicación”. De la misma manera, el problema del PSOE es la actuación del Gobierno de Sánchez. Sus tuits solo suman indecencia a la incompetencia.
Los clásicos pueden ser un buen aliado para el confinamiento. «El tirano. Shakespeare y la política» es un ejemplo de ayuda para entender qué nos pasa, mucho más que las comparecencias de algún presidente del Gobierno.
¿Cómo seremos en la era poscoronavirus? Es posible que los buenos sean mejores, ojalá, pero también que algunos agudicen sus tendencias cainitas.