Luis Núñez Ladevéze | 19 de mayo de 2020
Existen numerosas cuestiones inquietantes, cuya respuesta, siendo obligatoria por ser de interés público, el Gobierno elude responder.
El retraso en adoptar medidas adecuadas para frenar la pandemia que desde primeros de marzo se ha cebado en nuestro país, hasta el punto de situarlo como el de mayor número de fallecidos del mundo en términos relativos por número de habitantes, llevó al Gobierno a enmascarar las consecuencias de su gestión mediante una campaña propagandística para camuflar los errores cometidos. Se han ocultado o se han falseado datos para neutralizar críticas que espontáneamente se han difundido en las redes sociales. La opacidad, la confusión y la falta de transparencia a la hora de responder a las preocupaciones de una sociedad obligada al confinamiento por decreto han suscitado inquietudes a las que no se da satisfacción.
Enumeraré algunas de las numerosas cuestiones inquietantes, cuya respuesta, siendo obligatoria por ser de interés público, el Gobierno elude responder:
¿Por qué se retrasó la declaración de pandemia hasta el 12 de marzo, cuando las advertencias de la OMS eran claras y el avance de la pandemia en Italia era evidente, y se permitieron las manifestaciones feministas y otras concentraciones masivas como los partidos de fútbol o la manifestación del 8 de marzo?
¿Por qué el porcentaje de los fallecidos por la COVID-19 en España es cinco veces superior al de Portugal y más elevado aún que el de Grecia, cuando estos países tuvieron que abordar la pandemia tras un recorte de la inversión pública y en sanidad del ocho por ciento en Portugal y del cuarenta por ciento en Grecia, donde han fallecido 126 personas?
¿Por qué no se dan a conocer los nombres, currículos y afiliación de los componentes del comité de expertos que asesora en la gestión sanitaria de la pandemia?
¿Por qué el Gobierno se escuda en expertos para adoptar medidas controvertidas por su alcance político, en vez de responsabilizarse de las decisiones para fomentar el diálogo y llegar a acuerdos, mientras reclama a la oposición unidad sin contrapartidas?
¿Por qué se oculta la identidad de las empresas intermediarias en la adquisición de material sanitario específico para la lucha contra la COVID-19 y se intervino el material sanitario encargado por las farmacias?
¿Por qué no se ha adquirido el material sanitario fabricado y ofertado por la industria española y se ha recurrido a importaciones carentes de garantía, a empresas extrañas sin licencia o sin experiencia?
¿Quién ordenó y por qué retener en Barajas los aviones fletados por la Comunidad de Madrid para la distribución de mascarillas?
¿Quién escribió la nota leída por el general Santiago de la Guardia Civil en la que se establecía como función de los cuerpos de seguridad del Estado “minimizar las críticas contra el Gobierno” y equipararlas a bulos informativos?
¿Por qué se mandó a los centros de Policía y de Guardia Civil de España un correo en el que se pedían informes sobre rumores y opiniones en las redes sociales críticos con la gestión gubernamental?
¿Por qué rehúye el Gobierno la declaración de luto oficial cuando se han sobrepasado los veinticinco mil muertos y tuvo que ser el jefe de la oposición quien arrastró al Congreso a un minuto de silencio por los fallecidos?
¿Por qué se subvenciona con más dinero público lo que llaman la cultura, que no es sino industria cinematográfica, que la investigación sobre la COVID-19?
¿Quién inventó el listado de la Universidad Hopkins donde España aparece como la quinta del mundo en la aplicación de pruebas de coronavirus en una lista inexistente cuya falsedad fue demostrada por la CNN?
¿Por qué la industria futbolística puede saltar de la fase 0 a la siguiente fase sin estar sometida a las restricciones que se aplican a las demás actividades económicas o industriales?
¿Por qué Televisión Española recurre a concejales y sanitarios de Unidas Podemos como si fueran expertos sanitarios para poner en duda el éxito del hospital de IFEMA y no atendió informativamente a la rectificación?
¿Por qué no ha ofrecido Televisión Española imágenes de la situación de los hospitales y no se ha reconocido la labor realizada por los servicios de urgencia en los centros sanitarios?
¿Por qué se puede viajar entre distintas provincias para rodar programas para TVE, como Masterchef junior en Toledo, por citar un torpe ejemplo, mientras se prohíbe viajar para atender a los domicilios paternos o a atender a necesidades de familiares que viven en otra provincia?
¿Por qué hay que enterarse a través del Eurostat de que se han ocultado más de dos mil trescientos millones de déficit público, y que el instituto europeo eleva el déficit de las cuentas presentadas por el ministerio de Hacienda del 2,64 al 2,82 por ciento?
¿Por qué, a la semana de conocer el incremento del déficit público más elevado desde la crisis de 2008, se aumentan los gastos de la Administración gubernamental más numerosa de la historia española con nuevas direcciones y subdirecciones generales de los ministerios administrados por Unidas Podemos, y se aprobó un real decreto para permitir que el titular de una dirección general pueda no ser funcionario?
¿Por qué el Gobierno envió un informe de pruebas de coronavirus no reglamentario para figurar entre la diez primeras naciones del mundo en realizar pruebas, que tuvo que ser rectificado por la OCDE para dejar a España en el número 17 y por debajo de la media de la OCDE?
¿Por qué se limita el derecho fundamental de manifestación y se controla en las calles de diversas ciudades a quienes exhiben banderas españolas?
Esto es, tan sólo, un pequeño ejemplo de las muchas preguntas que se podrían añadir a la lista.
De los cerca de 40 contratos firmados por Sanidad para la compra de material desde mediados de marzo a mediados de abril, el precio abonado por batas, geles y otros productos a empresas chinas ha llegado a multiplicar por diez el ofrecido por proveedores españoles.
Lo sucedido con el general Santiago ha probado que el Gobierno ha ordenado el espionaje potencial de los ciudadanos para señalar a quienes lo critican.