Antonio Olivié | 03 de febrero de 2020
El Movimiento 5Stelle, que llegó a ser el partido más votado en Italia, lucha ahora por evitar la marginalidad política tras su mala gestión en ciudades como Roma.
Roma (Italia) | Desde hace más de 300 días, la estación de metro Barberini, en el centro de Roma, está cerrada, debido a la avería de una escalera mecánica. El caso no pasaría de anecdótico si no recordamos que los tres millones de habitantes de la ciudad cuentan con solo dos líneas de metro completas y otra a medio construir. Y a esto se suma que dos de las estaciones de la misma línea de Barberini, Piazza del Popolo y Repubblica estuvieron cerradas más de cuatro meses el año pasado por averías similares.
Es fácil imaginar a qué tipo de población afectan este tipo de incidentes. Precisamente, a muchos de quienes votaron a la candidata de 5Stelle, el partido populista de izquierdas más cercano a Podemos. Es cierto que no se le pueden achacar a la joven alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, todos los problemas de la capital. Pero si algo ha demostrado su ‘gestión’ es la incapacidad de resolver lo más básico en una ciudad: el transporte público y la limpieza.
El caso de la capital de Italia es significativo, porque ha marcado toda la agenda de 5Stelle a nivel nacional, ha sido un escaparate de la gestión. El partido que llegó a ser el más votado en las últimas elecciones nacionales, con más del 30% de los sufragios, se aferra ahora al 10% en los sondeos, con zonas de Italia donde se ha convertido en una fuerza marginal.
El líder político nacional del movimiento, Luigi di Maio, dimitió el 22 de enero. La fecha no era casual. Cuatro días después, el 26-E, tendrían lugar las elecciones regionales en Emilia-Romagna y Calabria, con unas encuestas que pronosticaban un batacazo de escándalo. La realidad es que en Emilia-Romagna, donde en las elecciones nacionales de hace dos años 5 Stelle conquistó un 27% de los votos, apenas han cosechado un 3,4% el domingo 26 de enero. Mientras que en Calabria, en este mes de enero se han quedado con un 7% de las preferencias. En muy poco tiempo, han pasado de ser una alternativa de gobierno a una opción irrelevante. Un fracaso en toda regla.
Al igual que Podemos en España, el Movimiento 5Stelle surgió en las calles, como aglutinador de la indignación ciudadana frente a los grandes partidos. Ha sido también un fruto de las nuevas tecnologías, a través de las que han encauzado la protesta y han tratado de implantar una democracia directa, que poco a poco ha ido decayendo y desilusionando a sus seguidores.
Con unos pocos años de agitar las redes sociales, 5Stelle llegó al poder con buenas intenciones, pero muy poca experiencia y capacidad. En el ámbito nacional, el declive del partido ha coincidido con su presencia en el Gobierno, en el que primero compartieron con los populistas de derecha, la Lega de Matteo Salvini, y después con los socialistas del PD. Y ese cambio de bando, que muchos han interpretado como aferrarse al sillón a cualquier precio, también ha pasado factura.
Aunque deja la dirección del Movimiento, Luigi di Maio continúa en el Gobierno de Italia como ministro de Asuntos Exteriores. Un puesto en el que se refugió tras una primera etapa al frente del Ministerio de Trabajo y de las Políticas Sociales. De su mano llegó una de las grandes promesas del Movimiento, el Reddito de Citadinanza, una suerte de subsidio de desempleo que no ha contentado a nadie y que cada día que pasa demuestra más fraudes.
Cuando los resultados no acompañan, comienzan las divergencias. Y los últimos meses del Movimiento 5 Stelle han sido de constantes enfrentamientos internos. Luigi di Maio, en su discurso de despedida, habló abiertamente de “puñaladas por la espalda”. A su juicio, “los peores enemigos son aquellos que uno ni imaginaba que lo fueran y que contradicen los valores por los que hemos luchado juntos. Son las personas que dentro de nuestro grupo no trabajan para el grupo y para los objetivos comunes, sino para la propia visibilidad”.
El hecho de ser un país con una población cada vez más anciana y sin perspectivas de mejora alimenta el recelo frente a quienes vienen de África.
Una extraña alianza política ha conseguido evitar un adelanto electoral en Italia que solo beneficiaba al líder de la Lega.