Francisco José Contreras | 05 de julio de 2019
Francisco José Contreras responde a las opiniones expresadas sobre Vox por Luis Núñez Ladevéze en EL DEBATE DE HOY.
Este artículo de Francisco José Contreras es respuesta al publicado por EL DEBATE DE HOY el 1 de julio de 2019 y titulado “Vox no puede ser la solución, es el problema”, por Luis Núñez Ladevéze. José Francisco Contreras es uno de los fundadores de Vox y replica las opiniones anteriormente expuestas. Nuestro periódico las ofrece en su demostrado respeto a distintas opiniones.
Luis Núñez Ladevéze sostuvo en eldebatedehoy.es que “Vox no es la solución, sino el problema”. Se refirió a Vox como “el espantajo que agita el PSOE”. Y esbozó una analogía entre la izquierda y Vox: “La retórica intransigente de lo políticamente correcto genera una intransigencia reactiva de signo opuesto”.
La inferencia es evidente: fuera del PP no hay salvación. Que Vox se esfume y deje de estorbar.
Este es un diario católico. Sería bueno saber si Ladevéze considera “intransigencia reactiva” la fidelidad a los “principios innegociables del católico en política” enunciados por Benedicto XVI. Principios traicionados por el PP, y defendidos por Vox.
El primero era la “protección de la vida desde la concepción a la muerte natural”. Resolví no volver a votar al PP el día que Mariano Rajoy tiró a la basura la reforma de la Ley del Aborto. El “nuevo PP” de Pablo Casado no ha rectificado ni criticado esa decisión. Vox, en cambio, lleva en el nº 75 de sus Cien Propuestas la “defensa de la vida desde la concepción a la muerte natural”. Santiago Abascal, Rocío Monasterio y otros han hablado reiteradamente de “aborto cero”. La portavoz de la plataforma Derecho a Vivir, Gádor Joya, es parlamentaria por Vox en la Asamblea de Madrid.
El segundo, la “protección de la familia basada en el matrimonio de hombre y mujer”. El PP ha renunciado a restaurar el matrimonio en su concepción clásica (al servicio de la reproducción de la especie, no de una innecesaria certificación de los sentimientos); Vox, en cambio, cree que debe reservarse el matrimonio a las parejas hombre-mujer –las únicas capaces de reproducirse- y regular las homosexuales con una figura distinta. Vox ha tenido el valor de desmarcarse de espectáculos indignos como el desfile del Orgullo Gay, mientras el PP lloriquea por su exclusión de él, y cuelga la bandera arcoíris en el Ayuntamiento de Madrid.
Santiago Abascal, Rocío Monasterio y otros han hablado reiteradamente de ‘aborto cero’
Fui miembro de la comisión de Vox que negoció el acuerdo andaluz de investidura. Doy testimonio de que la comisión del PP rechazó nuestra propuesta de crear una Consejería de Familia y Natalidad. Exigieron el descabalgamiento de la palabra “natalidad”. Después, incumpliendo el acuerdo, cambiaron “familia” por “familias”, asumiendo el dogma progre de la pluralidad y equivalencia de modelos (familia “homoparental”, “monoparental”, etc.). Además, la refundieron con la de Salud, diluyendo su especificidad.
Pero la familia es dañada también por la ideología ultrafeminista destilada por las leyes “de violencia de género”, que educan a la población en el concepto “varón opresor–mujer víctima” (la violencia de género es “la violencia que, como consecuencia de una cultura machista y como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad […] se ejerce sobre las mujeres por el mero hecho de serlo”: art. 1 ley andaluza), sembrando la desconfianza entre los sexos. El PP acepta esas leyes injustas; Vox quiere sustituirlas por leyes de violencia intrafamiliar que no prejuzguen el sexo del agresor, no destruyan la presunción de inocencia y no pontifiquen sobre la “persistencia del machismo”.
El tercero era “la libertad de educación de los hijos”. Una libertad erosionada por las leyes ideológicas (de igualdad, de derechos LGTB, de memoria histórica, etc.: todas incluyen artículos sobre adoctrinamiento en las escuelas) asumidas por el PP y rechazadas por Vox. De hecho, ha sido precisamente en autonomías del PP donde se han aprobado leyes LGTB más radicales. Por ejemplo, el art. 31.9 de la ley madrileña establece: “se garantizará que todos los alumnos reciban […] una aproximación hacia los distintos modelos de familia y se explique la realidad de las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género”.
La libertad de enseñanza incluye el derecho a escoger lengua vehicular. Sin embargo, en la Galicia del PP la mitad del programa se imparte preceptivamente en gallego. La Xunta aplica una política lingüística galleguista y tuitea solo en la lengua de Castelao.
El cuarto era “el bien común”. Vox cree servirlo abriendo el debate sobre cuestiones clave que, por sumisión cultural a la izquierda o intereses creados, el PP nunca ha osado abordar: la inmigración ilegal, el derecho de España a proteger sus fronteras y decidir cuántos inmigrantes necesita; el fracaso de las autonomías; la resistencia ideológica a la izquierda en sus nuevas advocaciones ultrafeminista, homosexualista, animalista… y también a su monopolio de la interpretación del pasado (la Segunda República como inmaculada democracia, la conquista de América como genocidio, etc.).
Vox seguirá en la “intransigencia reactiva”. Otros lo llamamos dignidad.