Fernando Rayón | 07 de agosto de 2019
Pedro Sánchez se reúne con colectivos cercanos a Podemos en un intento más de forzar un acuerdo de legislatura sin cambio de cromos.
La opción de Sánchez sigue siendo un Ejecutivo monocolor.
Continúa sin ofrecer nada nuevo que atraiga a Unidas Podemos.
La última «broma» de Pedro Sánchez se llama sociedad civil. Dice que se está reuniendo con ella –con la sociedad civil- para transmitirle que «estamos perdiendo un tiempo precioso» y, de paso, ha pedido a los partidos políticos que faciliten su investidura porque «no podemos dejar a España en la parálisis».
Pues bien, no es que yo esté en contra de la sociedad civil, sino todo lo contrario, pero la estrategia del presidente del Gobierno en funciones cada vez es más confusa: el pasado jueves se reunió en Madrid, junto con la vicepresidenta Carmen Calvo, con unas 20 asociaciones feministas y de mujeres y les trasladó sus propuestas de igualdad.
Ese mismo día, por la tarde, se entrevistó con colectivos de ciencia y digitalización, acompañado esta vez por el ministro en funciones Pedro Duque. Luego se anunció el encuentro con empresarios y sindicatos… No está mal, pero ya sabe Sánchez que los colectivos no votan en el Congreso y entonces, ¿por qué se reúne?
Las razones son claras. Mientras apelaba a la sociedad civil, pedía al PP y a Ciudadanos que se abstuvieran para facilitar su investidura. «Eso no tiene por qué significar que me apoyen», dijo, «solo tienen que facilitar la investidura para que España tenga un Gobierno».
‘Solo tienen que facilitar la investidura para que España tenga un Gobierno’Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones
Sin embargo, tanto en sus contactos con los colectivos de la sociedad civil como en su llamada a la abstención al centro derecha, no solo no había ninguna oferta o contrapartida, sino que volvió a expresar que su opción preferente seguía siendo conseguir un Ejecutivo socialista monocolor que cuente –eso también- con el apoyo externo de Podemos, gracias a un acuerdo de programa. Lo que él llama la ‘vía portuguesa’ que, por cierto, tampoco tiene nada que ver con lo suyo.
En el fondo de todas estas reuniones subyace ganarse el favor de unas asociaciones cercanas a Podemos. De hecho, se ha visto obligado a negar que estos contactos sean para presionar al partido de Pablo Iglesias. Un dislate más del que debe estar tomando nota la formación morada. Pero un dislate que tiene sus razones.
El pasado lunes, Sánchez comunicó urbi et orbi que ha hecho borrón y cuenta nueva para tratar de conseguir acuerdos para su investidura en septiembre. Pues bien, el borrón o la cuenta nueva consiste en una especie de programa o memorando que sea amparado por organizaciones sociales y colectivos progresistas, y que permita a Sánchez conseguir los apoyos parlamentarios que necesita.
Lógicamente, y con razón, Unidas Podemos ven en esta maniobra –ellos ya mantuvieron contactos con organizaciones progresistas en plena negociación con el PSOE– un intento más de forzar un acuerdo de legislatura. Un acuerdo sin acuerdo, sin oferta, sin cambio de cromos.
Pero hay más. En ese acuerdo con la sociedad civil Sánchez ha decidido incluir también a partidos políticos. Así lo hará con Compromís, que se abstuvo en la investidura pero que no quiere nuevas elecciones. Y con PNV y PRC: que cambien su abstención por el sí.
Pero todos estos posibles apoyos parlamentarios no tienen por qué forzar al cambio en Podemos. Y todo por una buena razón. Sánchez sigue sin ofrecer nada nuevo. Esa suerte de nuevo programa –ya han dicho que no van a cambiar aquel con que se presentaron a las elecciones- no incluye de momento nada que pueda atraer a Unidas Podemos.
Me temo que estamos asistiendo a una escenografía, diseñada por un peculiar tramoyista, pero que ya nos resulta conocida. Si, como ya comprobamos en julio, todo vuelve a reducirse a negociar en los dos últimos días ministerios y competencias, podemos tener la seguridad de que las elecciones se repetirán.
Me remito a los hechos. El acuerdo de gobierno que firmó en 2016 Pedro Sánchez con Albert Rivera incluía casi doscientos puntos y otros cinco en que se reformaba la Constitución. En él se hablaba desde impulsar el crowdfunding hasta un plan de usos de espacios marinos. Pues bien, todo aquello quedó en nada. Pero era un pacto serio. Y parecía viable por ambos partidos. ¿Y por qué no lo fue? Pues exactamente por lo mismo que ahora ocurre y es que el candidato no tuvo los votos necesarios para ser investido presidente.
Si todo vuelve a reducirse a negociar en los dos últimos días ministerios y competencias, las elecciones se repetirán
Ahora ni siquiera hay programa. Y sería fácil desempolvar con Ciudadanos aquel acuerdo. Ahora sí suman mayoría. Y es esa falta de interés por parte de Sánchez y de Rivera la que nos hace pensar que lo que ambos quieren, y no dicen, es que haya nuevas elecciones.
Iglesias presume de que su partido es imprescindible, pero Sánchez esperará a las elecciones de mayo.
El objetivo de Pedro Sánchez es atraer al separatismo hacia un nacionalismo confederal y de izquierdas, por eso prefiere nuevas elecciones.