Bieito Rubido | 11 de marzo de 2021
La izquierda de la capital ya ha puesto en marcha sus trampas para que los madrileños no puedan hablar libremente en las urnas. Una decisión que evidencia el temor a una amplia victoria de Isabel Díaz Ayuso
Cada uno se suicida como quiere e Inés Arrimadas ha decidido arrojarse al precipicio tratando con ello de arrastrar de manera mortal –siempre en términos metafóricos y políticos— a su aliado, el Partido Popular. Auguro un futuro muy complicado para Ciudadanos. Los votantes de Galicia y el País Vasco ya les dijeron que no contaban con ellos. En Cataluña su debacle fue mucho mayor que la del PP, porcentualmente hablando. En las últimas generales pasaron a números testimoniales, hasta el punto de que el propio Albert Rivera prefirió irse a casa.
Inés Arrimadas, sin embargo, no ha entendido el mensaje de la ciudadanía que ha dejado de votarla e insiste en leer mal el partido. Alguien la está aconsejando mal. Ahora ya solo le queda pedir el ingreso en el PSOE. Hasta ayer, sus posibilidades de hacer buena carrera política se limitaban a llegar a algún tipo de acuerdo con Pablo Casado y formar una gran alianza de centroderecha. Ahora, los votantes han visto su verdadero rostro, el suyo y el de sus correligionarios. Ya saben que su alma tiene más que ver con la izquierda que con la derecha y que tal vez aquella mujer que ilusionaba a una parte de España con su discurso valiente y constitucionalista en Cataluña, en realidad estaba impostando. Pactar con el PSOE de Sánchez es sencillamente desandar todo el camino que su partido había realizado hasta ahora. La moción de censura de Murcia no deja de ser la venta de su crédito político por un plato de lentejas.
SOCIALISMO O LIBERTAD.
4 de mayo.
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) March 10, 2021
Aunque tal vez fuese la única opción que tenía en sus manos, la reacción de Isabel Díaz Ayuso fue la acertada. De no haber demostrado esa agilidad, le hubiesen planteado también a ella una moción de censura. Que nadie lo dude. Lo sorprendente es que la izquierda de la capital ya ha puesto en marcha sus trampas para que los madrileños no puedan hablar libremente en las urnas. Es inquietante la aversión que esos partidos de izquierda y extrema izquierda le tienen a la libertad. En todo caso, evidencian el temor a una amplia victoria de Díaz Ayuso, que resultó tener más valentía y más talento político que el que le otorgaban sus rivales. Madrid ahora mismo es un oasis, en medio de un desierto donde se coarta permanentemente la libertad en su distintas expresiones.
Inquieta, ciertamente, la coacción a los ciudadanos desde el Estado. Cada día somos menos libres. Nos dicen a dónde ir, cuándo, qué estudiar, en qué colegio podemos matricular a nuestros hijos, nos reescriben la historia, nos cambian los símbolos, qué médico nos puede atender, se quedan con nuestro dinero, nos limitan los horarios de comercio y hostelería y, lo que es peor, invaden en el único paraíso que le queda al ser humano: la intimidad. El silencio, entonces, se apodera de la mayoría que termina siendo exactamente eso, silenciosa y resignada. Se impone una nueva forma de dictadura.
Cuando Díaz Ayuso enarbola la bandera de la libertad, que es justamente el valor más notable en la oferta ideológica del Partido Popular, mucha gente respira y compra ese aire fresco de ideología de la buena
Por eso cuando Isabel Díaz Ayuso enarbola la bandera de la libertad, que es justamente el valor más notable en la oferta ideológica del Partido Popular, mucha gente respira y compra ese aire fresco de ideología de la buena, ya que entronca con valores tan universales y permanentes como es la defensa de la libertad.
No le tengan miedo al pueblo, a las personas de a pie, déjenlas votar, que digan lo que piensan y aceptemos todos el resultado que den las nuevas elecciones. Eso es la democracia. Las mociones de censura forman parte del juego democrático, claro que sí, pero son el patio trasero de la libre expresión ciudadana. Entre una elección de segundo orden, como puede ser el juego aritmético de escaños de la Asamblea de Madrid, y el voto limpio y fresco de una jornada electoral protagonizada por los votantes, no hay duda alguna.
La falsa polémica suscitada ayer por la izquierda y la extrema izquierda de Madrid para evitar que los madrileños voten, presentando dos mociones de censura tras la firma del decreto de disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones, no tiene recorrido alguno. Esto se demuestra sencillamente acudiendo a la lectura de la Ley 5/1990 del 17 de mayo, que regula la facultad de disolución de la Asamblea de Madrid y que otorga esa capacidad a la presidenta.
No le tema a la libertad, es el territorio más fecundo para el progreso del género humano. Que hablen los madrileños y, si finalmente Díaz Ayuso no gana, se habrá demostrado que lo que muchos veíamos en realidad era solo un espejismo. Pero mientras no comprobemos eso por nosotros mismos, no permitamos que Pedro Sánchez, Íñigo Errejón o Inés Arrimadas nos distorsionen la realidad. ¡Quién nos lo iba a decir!
Tras sufrir acoso desde el Gobierno central, Madrid registra los mejores datos frente a la covid, sin cercenar libertades ni actividad económica.
Siento el mayor de los respetos hacia las víctimas mortales de la covid y sus familias, pero no debemos convertir a la hostelería en el mayor de los sacrificados.