Raúl Mayoral | 11 de agosto de 2020
Según el profesor Badenas, la Derecha tiene dos caminos: seguir acomodando su discurso a la corrección política o empezar a arrojar lastre y plantear un discurso fundado en la moral conservadora.
La Izquierda, con su buena fe utópica, está debilitando progresivamente el capital social o moral de la sociedad y la Derecha no acierta a ejercer su responsabilidad de ser contrapeso ante esa merma. Es el diagnóstico del profesor Juan Manuel Badenas, que en tiempos de polarización política sostiene que el verdadero progreso social necesita de la Derecha y la Izquierda. Ambas posiciones antagónicas son complementarias. Su libro La derecha pretende ser una contribución al equilibrio entre ellas, proponiendo que los conservadores actúen orgullosos de sus ideas y sin complejos, y los izquierdistas purguen su presumido complejo de superioridad moral y alcancen a entender que, como ellos, los derechistas son necesarios.
La obra contiene un tratamiento detallado sobre conceptos como ideología y moral, capital social o moral y corrección política, claves para entender el diagnóstico y la terapia formulados. Detrás de cualquier ideología no hay intereses económicos, ni clase social, ni religión, sino un sistema de valores morales. Existe una moral de Derechas y otra de Izquierdas. Badenas recurre a dos profesores universitarios: George Lakoff, de Stanford, en su obra Política moral. Cómo piensan progresistas y conservadores, y Jonathan Haidt, de Princeton, con La mente recta.
La Derecha
Juanma Badenas
Editorial Almuzara
256 págs.
19,95€
Del primero, toma la clasificación de los dos modelos morales: el del padre estricto, propio de la moral derechista, y el del progenitor atento, alineado con la moral izquierdista. Pero no todos los ciudadanos tienen ideologías coherentes, sino que alternan ambos modelos, surgiendo así posiciones políticas denominadas biconceptuales o terceristas, como Tony Blair y David Cameron en Reino Unido, o Mariano Rajoy y Albert Rivera en España.
Del pensamiento de Haidt destaca el carácter cegador de las ideologías: «La ideología ata y ciega». El propio Haidt afirma que la moral conservadora es más compleja, al apoyarse en más fundamentos que la llamada progresista, sin que esto signifique que una sea mejor o superior a la otra. La nación es la base sobre la que la moral derechista construye su capital moral. Y si la Derecha habla de nación, la Izquierda, alérgica a la identidad nacional, prefiere hablar de Estado. El capital moral facilita la confianza y cohesión entre los miembros de la comunidad, haciendo que los individuos sientan orgullo de compartir un mismo capital moral.
Hoy la ideología dominante que inunda todo tipo de relaciones es la corrección política, que ata y ciega a todos, tanto a izquierdistas como a derechistas. Sin embargo, en ella la Izquierda se mueve como pez en el agua, mientras que la Derecha parece un salmón nadando contracorriente. Esta especie de religión laica es un invento filomarxista creado en algunas universidades de EE.UU. Reedita la vieja dialéctica de la lucha de clases, solo que sin burgueses ni proletarios, partiendo de una narrativa colectiva de víctimas y culpables y fabricando presunciones que pasan por encima de la casuística individual.
Para la corrección política no hay personas, sino categorías sociales. Según Badenas, estamos ante uno de los mayores quebraderos de cabeza que hoy sufre la Derecha, porque mediante la corrección política la Izquierda pone el tablero y las reglas del juego y establece los límites del debate ideológico y social. Y la Derecha, aquietada y en desventaja, no tiene mas remedio que rehuir aquellos temas afectados por la moral ideológica dominante y camuflar vergonzosamente su propia ideología derechista bajo la apariencia de moderación, mediante circunloquios procedentes de la corrección política. No le queda otro recurso dialéctico que hablar de economía, dejando a la Izquierda que moldee la sociedad a su antojo. El resultado es el complejo de inferioridad de la Derecha.
Apunta el autor otras causas de la debilidad de los conservadores: la anulación de la derecha democrática anterior a la guerra a causa de la dictadura de Franco, y la desideologización de los derechistas, siendo el Gobierno de Rajoy un ejemplo de ello. Para Badenas, la Derecha tiene dos caminos: seguir, como hasta ahora, acomodando su discurso a la corrección política o empezar a arrojar lastre y plantear un discurso fundado en la moral conservadora. Quizás, de momento, no tenga más remedio que compaginar ambos.
Pero la actitud que adopte frente a la corrección política será determinante para su propia supervivencia en cuanto moral ideológica. Para que la Derecha consiga su rearme ideológico y compita en igualdad de condiciones con la izquierda, necesita, de un lado, construir un discurso no sometido a la corrección política, y, de otro, dotarse de un instrumento parapolítico que sí tiene la izquierda: un entramado de organizaciones paralelas que, con cierto nivel de influencia y de subvención pública, sirvan de apoyo en el acceso al poder. Lo que Gustavo Bueno llamó Izquierdas indefinidas.
Entre líneas, Badenas insiste en que más prioritario que el debate político es el cultural, del que la Derecha lleva ausente años. Y es que una Derecha democrática, constitucionalista y sin complejos, no rehuyendo la confrontación intelectual, debiera desbrozar los campos de la cultura a fin de que germinen semillas que proporcionarán frutos políticos.
El futuro de España y de Europa pasa por separar el pensamiento conservador del liberalismo economicista tanto como de los populismos reaccionarios y autoritarios.
José María Marco y Jorge Martín Frías coordinan «La hora de España. Una afirmación liberal conservadora», un libro en el que se debate qué debe ser hoy el centro derecha y cómo puede volver a seducir a una sociedad angustiada y descreída.