Luis Núñez Ladevéze | 14 de octubre de 2019
La vía Iceta es el oxímoron retórico que utilizó Sánchez para ganar la moción de censura conciliando propuestas incompatibles: defender la Constitución aliándose con los independentistas.
El elector suele creer que votar es mostrar su preferencia por un partido o un programa. Esto es así en sistemas bipartidistas, pero no lo es si hay fragmentación de partidos. Cuando el voto está tan fraccionado como ahora, no se vota a un partido, sino a opciones electorales, independientemente de que el elector crea o no que su voto se destina a fortalecer un programa.
Actualmente hay tres opciones. El elector puede votar para persistir en el bloqueo, puede tratar de sortear el bloqueo y puede votar por la continuidad de la vía Iceta. Mi punto de vista es que el voto que castigue al PP refuerza la vía Iceta y el voto que castigue al PSOE la debilita. No trataré ahora de explicar por qué, pues el lector se basta para entenderlo o ignorarlo. Mi interés es explicar en qué consiste la vía Iceta al federalismo.
La vía Iceta sigue agazapada en la política de Pedro Sánchez. La impulsó José Luis Rodríguez Zapatero cuando aceptó cualquier cosa del Parlament para un nuevo estatuto. La arropan nombramientos como el del presidente del Senado, Manuel Cruz, reconocido federalista. La alienta la ponencia de Cándido Conde-Pumpido que respalda el amparo constitucional a los asaltantes del Parlament condenados por el Supremo. La confirma Miquel Iceta absteniéndose de votar la moción de censura contra Quim Torra.
La vía Iceta es el oxímoron retórico que utilizó Sánchez para ganar la moción de censura conciliando propuestas incompatibles: defender la Constitución aliándose con los independentistas. Sirvió para presidir un Gobierno interino y podría servir para seguir en funciones si no consiguiera una mayoría suficiente.
“Ahora Gobierno, ahora España”
En un brusco giro retórico, tras desmantelarse la cédula clandestina CDR, Sánchez presenta al electorado un lema: “Ahora Gobierno, ahora España”, que aparentemente rompe con el oxímoron del que se ha valido para presidir hasta ahora un Gobierno a base de prolongar la inestabilidad. Un lema para dar fin a las ambigüedades socialistas. Ninguna más ambigua que la propuesta por Iceta en 2017 de crear una Hacienda catalana en un Estado federal.
Lema aparte, nada en Sánchez sugiere que renuncie a sacar partido de prolongar una situación transitoria. Salvo sorpresa, el desenlace electoral apenas rectificará la interinidad que ahora mantiene al Gobierno en funciones. Si el hábito no hace al monje, el lema no hace a Sánchez. Su táctica consiste en conciliar retóricamente los contrarios. La vía Iceta se mantiene larvada con o sin nuevo eslogan.
Si la vía es la confrontación, ¿cómo se le pueden pedir acuerdos a Pedro Sánchez desde aquí?Miquel Iceta, PSC
Veamos. Conde-Pumpido era fiscal general del Estado cuando Zapatero avaló cualquier estatuto que naciera del Parlament. Magistrado del Constitucional, el exfiscal presentó, cuando comenzaba el juicio al procés, una ponencia para amparar a los independentistas condenados en 2011 por el Tribunal Supremo por insubordinación institucional. Mientras, Iceta reanudaba la ruta catalana al federalismo. Si el Constitucional los amparase, el Supremo quedaría comprometido, y su presidente, desacreditado como ponente de una sentencia desautorizada. Cualquiera que fuera la sentencia, podría ponerse en duda y sería para Iceta trámite negociable.
Es ingenuo pasar por alto la relación entre la ponencia de Conde-Pumpido, la gestión de una inestabilidad favorecida por la fragmentación del voto y la vía Iceta. La ponencia del exfiscal desautoriza al presidente del tribunal que juzga el procés y condiciona al Supremo. Vale para desmaniatar al independentismo, mientras prosigue su camino financiándose con fondos de la Generalitat. Es el modo de conciliar un golpe no violento mediante una reforma constitucional.
La vía Iceta se basa en que el actual PSOE depende del PSC, no al revés. El cauce nació con el Pacto del Tinell entre socialistas y nacionalistas para llevar a Pasqual Maragall a la Generalitat. Lo promovió Zapatero para doblegar a José Bono, ayudado por el PSC y aceptando cualquier estatuto. Sánchez regresa ante su partido gracias al PSC. La moción de censura triunfó por la alianza del PSC con el independentismo. Sánchez vuelve con la ayuda del PSC tras el declive andaluz. Si la crisis acabó con Zapatero, el PSOE se recupera en Cataluña.
Fragmentada la derecha con Vox, fue fácil aplicar el cordón sanitario de la censura que abrió el camino a Sánchez. Es el oxímoron retórico que inserta el catalanismo en el constitucionalismo haciendo una reforma federal. El independentismo lo aceptará como fase intermedia negociada hacia una futura independencia. Los tribunales no serían ya problema, ni las embajadas, ni la conversión de los Mossos en tropa operativa exterior, ni Diplocat. Oriol Junqueras aceptaría un «Estado federal asimétrico» sin necesidad de apremiarlo. Así lo llamó el honorable Pasqual Maragall. Así lo ensayó el tripartito del charnego José Montilla.
La moción de censura triunfó por la alianza del PSC con el independentismo
Llega la redada de presuntos terroristas CDR disfrazados de pacifistas. Si el independentismo bienintencionado de Junqueras era la martingala para avanzar pacíficamente a la república catalana, se comprende el enfado de Sánchez por no haber sido avisado con tiempo por la Guardia Civil del calado de una operación antiterrorista. Es un palo atravesado en el oxímoron de la violencia pacífica que nutre la vía Iceta. Se comprende la avispada actuación de los guardiaciviles, avisados de los trampantojos del Ejecutivo desde el Faisán. Se comprende el giro político que lleva al lema “Ahora Gobierno, ahora España”. Se comprende que un lema sirve para seguir el pacto en Navarra. Se comprende la abstención de Iceta a la moción de censura a Torra para mantener su vía.
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España se quedó sin política hace cuatro años. Da lo mismo una idea que su contraria y por eso triunfan profesionales como Iván Redondo.