Juan Milián Querol | 16 de junio de 2021
La máquina de propaganda de Moncloa anunció a bombo y platillo un encuentro entre Joe Biden y Pedro Sánchez que iba a ser decisivo y que acabó siendo un corto paseo de apenas unos segundos. Les puede el narcisismo.
El Gobierno de Iván Redondo había anunciado un encuentro entre su cliente, Pedro Sánchez, y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Iba a ser un encuentro decisivo para el devenir de la Historia mundial. Eso nos vendieron. Iba a superar la «conjunción planetaria» que protagonizaron José Luis Rodríguez Zapatero y Barack Obama. No han aprendido a gestionar expectativas. Les puede el narcisismo. Las imágenes mostraron al doctor español mendigando un poco de atención en pleno pasillo. El paripé duró algunos segundos, algo más que la república catalana, pero bastante menos que una conversación de ascensor. De hecho, no podemos ni llamarlo charla, porque no parece que el líder americano abriera la boca. Este, en todo caso, se limitó a sacarse de encima a Sánchez con una palmadita en la espalda. Medio minuto era más que suficiente.
Así ha sido el encuentro entre Joe Biden y Pedro Sánchez en un pasillo de la cumbre de la Otan en Bruselas pic.twitter.com/bQTkYIoedn
— EL MUNDO (@elmundoes) June 14, 2021
La obsesión por la foto jugó una mala pasada a los gurús monclovitas. La retórica de la hipérbole acabó siendo motivo de una mofa que trascendió las redes sociales. Es lo que tiene abonarse a la exageración. Al final, uno se convierte en el hazmerreír. Pero no quedó ahí el asunto. Minutos después del frustrado asalto, Sánchez compareció ante los medios de comunicación para asegurar que lo que habían visto nuestros ojos no era cierto.
La enumeración de los temas que supuestamente habían tratado fue más larga que el propio encuentro. Llegan a estar unos segundos más y Sánchez acaba diciendo que forma parte de la burbuja de convivencia de la Casa Blanca. «Fíjese si me ha dado de sí, porque hemos hablado de reforzar esos lazos militares que tenemos (…) Seguidamente también hemos conversado, y yo en particular, sobre la situación en Latinoamérica (…) y, finalmente, le he felicitado también por la agenda progresista», apuntó ufano. Nos lo podemos imaginar: «Mister Biden, mister Biden, please. Defense, Latin America, the progressive agenda, you know. Ok, bye, bye». Fue una cumbre al más bajo nivel.
Nos hemos divertido en Twitter y por WhatsApp, pero Sánchez está infligiendo un daño terrible a la reputación de España. Su Gobierno está muy por debajo del potencial de nuestro país en todos los sentidos, también en la política exterior. La afrenta del Reino de Marruecos, el desprecio de los Estados Unidos y la marginación en Europa muestran al Ejecutivo de Sánchez como el más débil de nuestra democracia, aunque nadie desprecia y margina tanto a España como el propio Sánchez.
¿Qué le habrá hecho nuestro país a este señor? La imagen exterior es la consecuencia lógica de la quiebra moral interna. Un Gobierno formado por la extrema izquierda y apoyado por el secesionismo no puede ser indultado por el líder del mundo libre, sea este republicano o demócrata.
¿Cómo vamos a ser respetados si nuestro propio Gobierno no muestra el menor respeto por la nación? Los indultos a quienes dieron el golpe a la democracia en 2017 no solo crean un nocivo sistema de incentivos –se premia al que pretende reincidir y se margina a los servidores del Estado-, sino también lanzan el peor mensaje al mundo: España sí paga traidores. Cuando Sánchez compara nuestro sistema judicial con «la venganza o la revancha», está disparando un torpedo en la línea de flotación de España. No es la primera vez. El PSOE, como sus socios, siempre lo vuelve a hacer.
¿Qué interés va a tener Biden en fotografiarse con el cabecilla de esta tropa? Sánchez ni siquiera llegó a ser un borrón en la agenda de la Casa Blanca
José Luis Rodríguez Zapatero se dio a conocer internacionalmente con un acto de desprecio a los Estados Unidos. Ahora, su discípulo más aventajado gobierna con la izquierda más antiyanqui del viejo continente y la más amiga de los peores sátrapas bolivarianos. Ministros socialistas también se han visto atrapados en la telaraña venezolana. José Luis Ábalos aún no ha explicado la verdad del Delcygate. Y el rescate de la compañía aérea de un solo avión, Plus Ultra, desprende un olor a azufre que cruza el océano. ¿Qué interés va a tener Biden en fotografiarse con el cabecilla de esta tropa? Sánchez ni siquiera llegó a ser un borrón en la agenda de la Casa Blanca. Incluso lo taparon en la foto oficial, como si fuera el último novio de tu hija que sabes que pronto dejará de formar parte de la familia.
Es el proceso español: Sánchez ensucia la imagen de España como lo haría Diplocat o uno de esos falsos, pero bien pagados, embajadores de la Generalitat. Su narcisismo desbocado nos ha llevado al ridículo superlativo. Si sigue en la Moncloa unos meses más, seremos los españoles los que necesitemos un manual de supervivencia, porque no va a dejar nada. El sanchismo atraerá a los peores enemigos de España, pero espanta a nuestros mejores socios.
Según Iván Redondo, no hay límites para la «ventana de Overton», técnica consistente en la manipulación ordenada del público para conseguir cualquier cosa con su aceptación, desde lo que era impensable, inaceptable, impronunciable.
Los primeros movimientos de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo muestran su interés por reabrir los caminos políticos que inició el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.