Ana Samboal | 18 de julio de 2019
La vicepresidenta del Gobierno aúna sectarismo y poder. Afirmaciones como que «el feminismo no es de todas» demuestran su indigencia intelectual.
Carmen Calvo es el vivo ejemplo de que la ignorancia es osada.
«Este no es el éxito de una sola persona, es el éxito de una institución», ha dicho Patricia Ortega al recibir el fajín rojo como primera general de las Fuerzas Armadas Españolas. A pesar de su dilatada y brillante hoja de servicios profesional en el Ejército, es ahora cuando la descubrimos, cuando alcanza la cima de una carrera en la que me aventuro a anunciar que probablemente no ha roto aún todos los techos de cristal. Esta mujer no necesita adornos, es relevante por sí misma, pero brilla más luminosa en contraste con el panorama de indigencia intelectual o ralo sectarismo que nos envuelve.
Y es que no podría haber elegido mejor momento Carmen Calvo para lanzar su manifiesto del «no, bonita» que este. Es la otra cara de la moneda. Frente a la sobriedad y elegancia de Ortega y el Ejército de todos los españoles al que representa, la caricatura e indigencia intelectual de la vicepresidenta: «No, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista», «el feminismo no es de todas», «es un patrimonio que pertenece al movimiento revolucionario desde hace mucho tiempo».
La ignorancia es osada, reza el dicho popular. Y Carmen Calvo, que ha ostentado el honor de ser ministra de Cultura, es vivo ejemplo de ella: recordemos su célebre «ni pixit, ni dixit«, que nos ruborizó a todos los que estudiamos un solo curso de latín en el Bachillerato. Pero es que, a su supino desconocimiento de la historia y de todo lo demás, esta mujer suma un sectarismo que raya lo histérico y poder, mucho poder. Gente como ella hay muchos, de izquierdas o derechas, pero vicepresidenta del Gobierno de España solo hay una. Ese es nuestro bochorno y el de muchos afiliados sensatos del PSOE. ¿De verdad necesitas a alguien así en tu Gobierno, presidente?
La trinchera no es el camino, sino la igualdad de oportunidades, la equidad y la cooperación
El éxito de las mujeres es el fruto de muchas protestas, sí, pero también del trabajo duro y callado de muchas de ellas, del apoyo y empuje que han recibido de sus madres, pero también de sus padres, hermanos, compañeros y jefes. Es el éxito de instituciones, como el Ejército, que han sabido transformarse para representar mejor a la sociedad a la que sirven.
Hay anacronismos y obstáculos por renovar, por supuesto. Los hay en los hogares, en el reparto de las tareas cotidianas, en el reconocimiento social o en las empresas. Pero la trinchera no es el camino, es la igualdad de oportunidades, la equidad en la medida y la cooperación. En ese escenario, personajes como Carmen Calvo sobran. No quiere representar a todos los españoles, lo ha dicho ella.
Las frases de Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, permanecen en la memoria colectiva, como aquella de que «el dinero público no es de nadie». Siguiendo esta máxima, Pedro Sánchez ha creado el mayor aparato de altos cargos de la historia.