Javier Morillas | 23 de julio de 2019
Irán sigue hostigando el tráfico petrolero en el Golfo Pérsico, que sus vecinos insisten en llamar ‘arábigo’. Y la incertidumbre económica mundial crece.
El reciente apresamiento de un petrolero británico en el golfo de Omán por parte de la Guardia Revolucionaria Naval de Irán vuelve a tensar la situación en el área. Esta guardia, que equivale a las SS en la Alemania nazi, constituye todo un Estado dentro del Estado en el régimen islámico iraní, que tiene sus propias fuerzas terrestres, aeronavales y de industria de la defensa.
El buque británico había partido de Texas cargado con etanol y, tras atravesar el canal de Panamá y repostar en la India, salía de Emiratos hacía Arabia Saudí. De nuevo estamos ante una de las variables que pueden condicionar la evolución a medio plazo de la economía mundial, y por supuesto de España, junto con la avasalladora actitud de China en el sudeste asiático, el brexit, y los cambios arancelarios globales y del tipo de interés.
Aunque el islam nació en Arabia, la extracción de sus élites dirigentes pronto empezó a venir de las zonas limítrofes turkomanas y otras; Tarik era bereber -si no de ascendencia vándala- y Saladino, el gran héroe del mundo islámico, era kurdo. Pero muchos procedían de Irán, «tierra de los arios», desde donde siempre despreciaron a los árabes y pronto intentaron crear su islam propio: el chiita, jerarquizado, rigorista, extremista.
Desde que en 1979, con el ayatolá Jomeini, tomaron un poder político por primera vez en la historia, en Teherán llevan intentando extender su influencia al mundo islámico y consagrar su propia «Iglesia» musulmana para la Umma mundial de creyentes.
Tuve oportunidad de conocer Irán de parte a parte desde Teherán y la Universidad de Qom, y hasta las destruidas refinerías de Chatt el Arab en un viaje oficial recién terminada su guerra con Iraq, incluyendo alguna de las propias fábricas de armamento de los temidos «Guardianes de la Revolución». Y su pulsión expansionista continúa viva.
Tras el derrumbamiento económico a la caída del shah y diez años de trincheras, la recuperación de los años noventa fue considerable. Tanto que potenciaron la inversión para conseguir su propia bomba nuclear. Hoy amenazan con superar las cantidades de uranio enriquecido y agua pesada permitidas por el Plan Integral de Acción Conjunta, de 2015, instado por Barak Obama, y que no impide que en diez años intente volver a conseguir el arma atómica.
Irán sigue hostigando el tráfico petrolero en el Golfo Pérsico y la incertidumbre económica mundial crece
Con el petróleo embargado, y aislado financiera y bancariamente del mundo occidental, patrocina el radicalismo de Hamás en Gaza y al terrorista Hezbolá en Líbano; mantiene Fuerzas Quds en Iraq y Siria; suministra misiles y drones sofisticados a los grupos más extremistas de Afganistán o Yemen, desde donde desestabilizan Arabia Saudí y el tráfico petrolero; alienta la inmigración ilegal chií desequilibrando Bahrein, donde ya superan a los sunís; y extienden en oriente medio un amenazante corredor hasta Israel.
Hoy Irán sigue tentando a la suerte, hostigando el tráfico petrolero en el Golfo Pérsico, que sus vecinos insisten en llamar ‘arábigo’. Y la incertidumbre económica mundial crece. O Irán vuelve a sus fronteras renunciando al arma nuclear y a amedrentar buques mercantes en dichas aguas, o la pregunta no es si va a entrar o no en guerra con sus vecinos, sino cuándo Estados Unidos, con israelíes, saudíes y emiratíes, lo harán con Irán.