Jorge del Corral | 25 de julio de 2019
La primera sesión de investidura del galán Sánchez, que salió escaldado, se convirtió en un «reality» con el regidor marcando los aplausos a los asalariados.
En la segunda sesión se sabrá si Pedro Sánchez prefiere elecciones o si todo está atado con Pablo Iglesias.
La diferencia entre este reality show y los de televisión es que al público lo remunera el contribuyente.
Hoy volvemos al plató de la Carrera de San Jerónimo para la segunda parte del reality show que se inició el lunes y se interrumpió el martes, al filo de las tres de la tarde, tras salir escaldado el candidato a presidente con más noes que síes: 124 votos a favor, 170 en contra y 52 abstenciones.
Y, de nuevo, 333 diputados mudos y ociosos -todos menos los cuatro políticos golpistas encarcelados y los 13 cabezas de fila o portavoces (Socialista, Popular, Ciudadanos, Unidas Podemos-En Comú Podem, VOX, Republicano, Vasco, Junts per Catalunya, EH Bildu, Navarra Suma, Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria y Compromís) -que tuvieron sus minutos de televisión para hacer caricaturas morbosas de sus contrincantes- percutirán otra vez sus manos cuando el regidor, en este caso el vocero de su grupo, les indique la intensidad y duración del aplauso al líder y guía.
Llevan 66 días sin dar un palo al agua y han cobrado hasta ahora algo más de 10 mil euros por barba (aparte lo que reciben los grupos como tales). Esta minucia bien merece el esfuerzo de vitorear al jefe cuando hace un silencio, el regidor da una sonora palmada y el coro rompe a aplaudir sin que nadie quiera ser el primero en parar por si luego le pasan factura. La diferencia entre este reality show y los de moda en las cadenas televisivas es que en estas al público lo acarrea y paga la televisión, y al Congreso los lleva y retribuye el contribuyente, ese al que el próximo Gobierno de izquierda-populista-comunista-independentista-nacionalista y etarra quiere exprimir hasta que no quede ni la pulpa. ¡Para qué trabajar! Mejor subvencionado, adoctrinado y sumiso.
¿A qué ha venido usted aquí? Lleva tres meses jugando al gato y al ratón y no sabemos si quiere ser investidoPablo Casado, presidente del Partido Popular
En términos políticos, la primera parte del debate de investidura fue irrelevante, porque nadie habló en serio del problema de gobernabilidad que atraviesa España. En consecuencia, no se escuchó ninguna de sus posibles soluciones, sino una sucesión de morbosas caricaturas en una disputa falsa y espuria. Pedro Sánchez, candidato encargado por SM el Rey para formar Gobierno, leyó durante dos horas un abúlico discurso escrito por sus edecanes en el que sobresalió la nadería de su programa de Gobierno para los próximos cuatro años.
Todo ello sin tener nada atado (“Lo que usted desea, señor Sánchez, es ser presidente a toda costa, y no le importa si las abstenciones vienen de Unidas Podemos, ERC o de los partidos de la derecha”, Pablo Iglesias dixit), sin plantear soluciones para los problemas cotidianos y sin afrontar la cuestión más apremiante que vive nuestra nación y que contamina todo el sistema: la amenaza cierta de fragmentación por el pulso secesionista en Cataluña. Su parlamento fue artificial y utópico: “…ciudadanos de izquierda libres e iguales en armonía con la naturaleza”. ¡Habrase visto cursilada mayor! Le faltó añadir «y ciudadanas» para completar la presuntuosidad.
Pablo Casado hizo a Sánchez la pregunta esencial: “¿A qué ha venido usted aquí? Lleva tres meses jugando al gato y al ratón y no sabemos si quiere ser investido. Sinceramente no lo parece”. Albert Rivera, que con Casado cierran todas las salidas al galán protagonista y lo echan en brazos de Iglesias y los secesionistas, lo acusó de formar una banda para perpetuarse en el poder y justificó su no en que “lo decente y responsable es oponerse al plan Sánchez”.
Si sale su investidura con golpistas, comunistas y chavistas, enemigos de la nación española, va a causar mucho daño a España porque solo quiere el poderSantiago Abascal, presidente de Vox
Iglesias estuvo arrollador y con la medida justa de amenaza que el caso requiere para evitar nuevas elecciones y que se quede también sin huestes después de haberse quedado sin vicepresidencia. Santiago Abascal, en su estreno en el hemiciclo, no defraudó: aliño impecable y elegante, y verbo fácil y directo: “Si sale su investidura con golpistas, comunistas y chavistas, enemigos de la nación española, va a causar mucho daño a España porque solo quiere el poder”. Y lo acusó de tener una “disparatada agenda de ingeniería social y dictadura progre”.
Hoy escucharemos más de lo mismo y sabremos si Sánchez ha preferido nuevas elecciones para dar la puntilla a Unidas Podemos, o si, como afirma Rivera, ha sido una pantomima porque todo está atado con Iglesias, que es lo que reclaman PNV, EH Bildu, ERC y Compromís para investirle. Que ustedes disfruten de la segunda parte del reality.