Juan Milián Querol | 28 de julio de 2021
Para José Félix Tezanos, Pedro siempre será un hot president, pero el resto de las encuestas prueban que este Supermán es simplemente un pájaro que ya no alza el vuelo ni con el Falcon.
La crisis de Gobierno no salva a Pedro Sánchez de su crisis de imagen. Para José Félix Tezanos, presidente del CIS, Pedro siempre será un hot president, pero el resto de las encuestas prueban que este Supermán es simplemente un pájaro que ya no alza el vuelo ni con el Falcon. Ni el mayor gasto de la historia en propaganda, ni un sinfín de asesores hacinados en La Moncloa están evitando el cambio de ciclo. La comunicación no puede taparlo todo. Y la sobreactuación de los palmeros empieza a ser contraproducente cuando se disparan el recibo de la luz y el número de desahucios, cuando las expectativas laborales se desploman o, cuando, después de haber anunciado la derrota del virus, te golpean cuatro olas pandémicas más. Sacrificaron la verdad, pero la realidad sigue ahí.
Ya todo parece impostado en este presidente. Aprovechó su visita a Estados Unidos para atacar a la oposición y elogiarse a sí mismo. «Me defino a mí mismo como un político que cumple. Me gustan los hechos. Me gusta hacer». Mientras pronunciaba estas palabras, se le escapaba una sonrisilla cínica. Ni él mismo se toma ya en serio. Es más fácil y rápido elaborar la lista de sus cumplimientos que la de sus innumerables incumplimientos y mentiras. Hechos, dice; pero no se atreve a definir Cuba como una dictadura. Qué valor va a tener su memoria histórica si miente descaradamente sobre los hechos del presente.
La sociedad española empieza a percibir que este tipo de políticas ni mejoran la calidad de vida, ni confieren superioridad moral. Las etiquetas contra los adversarios pierden eficacia, así como la corrección política. Entramos en la era del populismo. El márquetin no puede tapar la realidad eternamente. La expulsión de Iván Redondo responde, en cierta manera, a esa intuición que preocupa a Sánchez. Las frivolidades no le saldrán gratis. Los aplausos forzados a su persona generan ya más rechazo que adhesiones. El edificio sanchista no tenía cimientos, y ahora la fachada aparece llena de grietas y desconchados.
Esta semana se han publicado diversos estudios demoscópicos que indican el cambio de ciclo electoral en España y la caída en picado de la imagen de Sánchez. En la última encuesta de GAD-3 para el diario ABC se comprueba que el «nuevo Gobierno bonito» no consigue remontar. Sánchez se ha quitado de encima a algunos de sus escuderos más fieles, pero el problema es que mantiene narcisismo extremo y socios peligrosos.
El sanchismo es un zapaterismo desatado, por lo que en su labor de oposición a la oposición cabe esperar cualquier estratagema poco democrática
El PSOE perdería 19 diputados respecto a las pasadas elecciones y Podemos, 12. El PP sigue aglutinado el voto del espacio del centro y de la derecha. Ganaría 50 diputados. La reunificación se está produciendo por la base electoral y no por una suma de siglas. El crecimiento del partido de Pablo Casado compensaría las pérdidas de sus socios potenciales. Ciudadanos, que un día llegó a liderar las encuestas, desaparece. Es muy probable que nunca vuelva a obtener representación en parlamento alguno, autonómico o nacional. VOX se dejaría 15 escaños. La reagrupación de la derecha sí dejará a Sánchez sin dormir.
El estudio de Euroskopia publicado por El Mundo el pasado lunes también muestra que el bello Sánchez no seduce ya a los españoles. La pandemia del coronavirus y la crisis económica nos hacen valorar lo importante por encima de lo superficial. Según este estudio, se ha fortalecido la confianza en las instituciones europeas, mientras cae la valoración del Gobierno de Sánchez. Este es el presidente peor valorado por sus ciudadanos de todos los países analizados.
Los españoles preferían al líder de cualquier otro país europeo antes que a Sánchez. Estos golpes a su autoestima no van a quedar impunes. El narciso se vengará de los españoles
De hecho, los españoles preferían al líder de cualquier otro país europeo antes que a Sánchez. Preferiríamos incluso al actual primer ministro polaco. Los españoles valoramos a Sánchez con un 4,26 frente al 7,4 que otorgamos a la canciller alemana Angela Merkel. A la hora de la verdad, la buena gestión golea a la propaganda. La población ya no traga con etiquetas y pegatinas y, por ello, confía más en las instituciones europeas que en el actual Gobierno español tanto para la compra de vacunas como para la gestión económica.
Estos golpes a la autoestima de Sánchez no van a quedar impunes. El narciso se vengará de los españoles. En la ponencia marco del PSOE para el 40º Congreso Federal, ya nos amenaza con una «España multinivel» que encaje a los separatistas y desencaje a los demócratas. Faltarán vacunas, pero no nuevos palabros. También hay neolengua para definir a la oposición. Acusan a las derechas de «neocentralistas». Pronto serán «neocentralistas salvajes», pero lo curioso es que al mismo tiempo los socialistas proponen una armonización fiscal, es decir, una centralización para penalizar a las autonomías que mejor gestionan. En definitiva, entramos en un cambio de ciclo, pero Sánchez no facilitará la alternancia en el poder. El sanchismo es un zapaterismo desatado, por lo que en su labor de oposición a la oposición cabe esperar cualquier estratagema poco democrática.
Pere Aragonès acudió a la Moncloa para seguir negociando la retirada del Estado de Cataluña y confirmar la derrota de los demócratas. Ahora su piedra en el camino es el Tribunal de Cuentas, una piedra que forma parte de los pilares de la democracia.
El actual Gobierno español es la mayor victoria del separatismo en toda su historia. La república de Puigdemont duró ocho segundos, pero con Sánchez en La Moncloa el nacionalismo podrá ahora ejercerla sin limitaciones. El sanchismo no podrá con España, pero la está dejando muy herida.