Aurora Pimentel | 31 de octubre de 2019
Vas a servir a España y a tus conciudadanos, no a servirte. Eres leal a las ideas y principios. Es un gran honor y una gran responsabilidad que te presenten, aunque no salgas.
Otra vez campaña. Un año horroroso este de anormalidad democrática. Y en medio del hartazgo, de la sensación del día de la marmota, pensé en ti hace unos días cuando vi que te presentaban como candidato, como candidata, al Congreso. Verás que digo “te presentaban”, porque esa es quizás la condición previa: tú no has buscado esto, no era tu fin, tu pretensión.
Debo de ser ingenua, pero creo que hay candidatos que no se mueren por serlo. Quieren, claro que sí. Y aceptan. Creen que lo pueden hacer bien. Quieren hacerlo bien especialmente. Y sí, es hasta posible que, metidos en la faena política y en la electoral en concreto –y porque si no se lo creen y quieren con todo lo que representa (ver más abajo), no valen para ello-, parezca que esta movida como que les gusta o, por lo menos, que no les cuesta.
Pero yo sé que hay algunos que en su fuero interno respiran aliviados cuando al final es que no, oye, que hemos pensado mejor en X o en Z (o vas en un puesto, digamos, que de relleno). O hasta cuando, también, tras una campaña exigente, no salen ellos. La pena por el resultado, hasta por el esfuerzo hecho, es totalmente compatible con algún suspiro secreto. Hay gente así, simplemente consciente.
El caso es que ahí estabas tú, en la lista de tal o cual partido en el primer puesto, quizás en el segundo, donde sea. Con posibilidades de salir esta vez. O de volver a salir de nuevo. O es probable que con menos o más posibilidades por tu posición en la lista, por lo que las encuestas dicen, etc. Te animo a que nos riamos un poquito de las encuestas, tú el primero. Haz como si no existieran.
Yo te vi, decía, candidato, candidata, y sentí algo que es posible que muchos no sientan: sentí un gran agradecimiento.
Y tal y como lo sentí y lo siento, lo cuento. Con algunas cosas de por medio y una coda final que quiero que sepas. Y que la tengas en cuenta.
Solo así, sobradamente preparado, humilde y consciente, eres una buena candidata buena, un buen candidato bueno
Hoy te escribo a ti, que eres un buen candidato bueno. Porque sé que existes y que eres una persona que, con sus defectos y limitaciones, has dado un paso adelante en algo que no es cómodo ni fácil a poco que seas eso: un buen candidato bueno; no un frívolo, no un bobito, no un trepa, no un piernas (con buena voluntad, pero piernas).
A ti, que tienes ya tu vida hecha fuera de la política desde hace tiempo. Imagino lo difícil que es dejar tu profesión, la que sea. Porque la tienes y te gusta, porque te llena. Y no estabas mano sobre mano, ni dijiste, mira, hombre, una oportunidad aquí, que esto parece que pita (o ahora que parece que se recupera), con un poquito de suerte, si me coloco cerquita a lo mejor me cae algo, gano algo. No, tú no eres para nada de esos.
Es al revés: tú pierdes.
Déjame que me explique mejor: tú sabes que en política, en la vida, a menudo uno debe estar dispuesto a perder, listo para ello. Perder, entre otras cosas, es esto que explicaba Enrique García Máiquez aquí. Solo el honor de servir a España y a tus conciudadanos te “compensa”, por decirlo de alguna manera. Porque vas a servir y no a servirte. Y es un gran honor y una gran responsabilidad que te presenten, aunque no salgas.
Me vas a permitir que te diga que solo ir en una lista debería hacerte temblar las piernas (aunque no lo muestres). Si no lo hace, creo que no eres un buen candidato bueno, una buena candidata buena. Sí, yo quiero que estés sobradamente preparado o preparada y que, a la vez, por dentro, tú te sientas, con todos mis respetos, pequeño, pequeña, ante la gran responsabilidad y el honor que supone todo esto. Solo así, sobradamente preparado, humilde y consciente, eres una buena candidata buena, un buen candidato bueno.
Sigo con lo que sentí, sigo escribiéndote.
A ti, que tienes familia a la que esto de que te presenten y “estés” en política le puede costar mucho si son personas, de nuevo, mínimamente conscientes: una buena familia buena de un buen candidato bueno. Y a ti, por lo que a ti te cuesta que a ellos les cueste.
Como Bartleby, pensando tú en ellos, hubieras dicho muy posiblemente aquel “preferiría no hacerlo” (para mi familia esto va a ser muy duro, no puedo hacerles esto). Como ellos, pensando en ti, te dirían (quizás hasta te dijeron) “preferiría que no lo hicieras”. Pero es que, con todo, no están los tiempos para ningún Bartleby.
Con ese sí tuyo, ellos y tú habéis dicho también sí a cosas diferentes que vienen en este mismo paquete y aun con pesos diversos (y por eso también el “preferiría no”…): pérdida de privacidad, mayor exposición, y lo más importante, tú vas a estar a menudo como pollo sin cabeza, vas a pasarlo mal, vas a estar preocupado, va a ser difícil la convivencia. A poco que seas responsable y te lo tomes en serio. Por muy preparado que estés, por muy buen candidato bueno que seas.
Si ni ellos ni tú veis todo ese cuadro completo –perder, servir, responsabilidad junto a las dificultades, tus propias limitaciones, tu pequeñez, etc.-, no eres un buen candidato bueno, ni ellos son una buena familia buena de un buen candidato bueno. Sospecha si quienes tienes cerca no bufan alguna vez porque estés en política, no protestan por temporadas o siempre, no han dudado, no dudan a veces. O son santos –y creo muy poco en la santidad en esta tierra- o son imbéciles y malos, que es una combinación, por desgracia, frecuente.
Dejo a tu familia porque ya tendrán bastante estas semanas y, en su caso y desde luego, si salieras. No quiero extenderme. A ti se te pide temple, lo sé; a ellos, algo que pocas familias hoy tienen: una gran fortaleza y un gran sentido común para no caer ni en ser fans lelos (tuyos o de tu partido), ni en no comprender por lo que pasas y pasarás. Ayudarte no va a ser fácil ni para ti ni para ellos.
Servir bien en política, y donde sea, siempre cuesta. Solo a los que no sirven de verdad no les cuesta, están encantados con el tema.
Sigo contigo.
A ti, que tienes unas ideas y unos principios y de acuerdo a ellos te presenta tal partido o ese otro. A ti, que eres leal y, por eso, independiente, porque serlo es la mejor forma de lealtad: se es leal a las ideas y principios, se es esclavo de los aparatos, de las “carreras” (o las zancadillas), de y en los grupos de amiguetes, etc.
A ti, ay, sí a ti, que por esos misterios de la naturaleza y porque Dios es grande has podido sortear de alguna manera a la pléyade de pelotas, enredadores, aventados, trepas sobrevenidos o estructurales, a toda esa retahíla que a menudo puebla, o quizás hace más ruido, en partidos nuevos y viejos. La misma que a veces es la que sobrevive o permanece.
A ti, que viendo a los anteriores has sido capaz de ver también lo bueno que esos mismos tienen y lo que otros, muchos, hacen en silencio. A ti porque has tenido la cintura adecuada, que es mucha. Porque has sido y eres inteligente y paciente. A ti, porque espero, en definitiva, que seas eso: un buen candidato bueno.
La mayoría no espera a los encantadores para que le quiten su ventura, sino que se la sacuden ellos mismosEnrique García Máiquez
Y, sin embargo, y porque nada ni nadie es blanco o negro, y todo se mezcla siempre, y estás y vas a estar expuesto al agotamiento, a los pesados que posiblemente tengas cerca o se te acerquen, porque a la vez corres el riesgo de volverte imbécil por ti solo o por contagio, porque es posible que escuches (también fuera y dentro) a los que más gritan y no a los que más razón tienen, porque vas a tener que tragar con ruedas de molino –espero que menores siempre-, o, sin tragarlas, te puede “poder” todo esto y puedes olvidarte puntual o permanentemente de por qué estás ahí –recuerda: perder, responsabilidad, servicio, honor, principios, ideas-. Porque, aunque seas un buen candidato bueno, eres humano y, por lo tanto, débil, yo te digo lo siguiente.
Estoy rezando por ti. Me da igual que seas o no creyente, practicante o no, me es totalmente indiferente. Te lo digo de corazón. Por agradecimiento y para que lo hagas como buenamente puedas. Y sepas. Y, espero, quieras.
Rezo por ti, por ese buen candidato bueno. Estés donde estés. Seas tú quien seas.
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